P. Profesor, a propósito del Día Mundial del Ambiente ¿qué se gana y qué se pierde con la Sentencia del Tribunal Constitucional que proscribe el decreto que creó el Parque Nacional Manuel Aurelio Tavares Justo?
R. Ganar en términos literales, no se advierte nada, pero perder, real y efectivamente, es mucho lo que se sacrifica en materia del porvenir para la República Dominicana y concretamente, para el Cibao Occidental y la Línea Noroeste, en vista de que en los espacios que ocupaba el Parque Nacional Manolo Tavares Justo, es donde nacen o toman cuerpo, todos y sin excepción, los ríos que alimentan las presas de Monción, el contra embalse de la misma y el acueducto múltiple del noroeste, vale decir, la garantía de la producción segura de alimentos y abastecimiento de agua potable de al menos cinco provincias y sus municipios, entre Valverde Mao, Santiago Rodríguez, Monte Cristy, parte de Dajabón e incluso, Santiago de los Caballeros.
Es decir, lo que se pierde es agua, pues el producto principal del bosque, no es la madera como se podría pensar de entrada, sino el “líquido de la vida” que se escurre de la alfombra verde tendida en el lomo y las laderas de las montañas y en este caso particular, se deja a merced del criterio de los empresarios que tendrán luz verde para la implementación de los planes de manejo forestal, que en términos concretos, significa corte, extracción y comercialización de la madera contenida en los mejores bosques que aún le quedan a la Cordillera Central o “madre de las aguas de La Española”.
Estamos hablando de la Loma Igua donde comenzaba esta área protegida y nace el Río Inoa; La Sierrecita o parteaguas de los ríos Antonzape Bueno y Antonzape Malo que producen el agua del acueducto de San José de Las Matas, de Altos de la Diferencia y Las Manaclas, de donde se desprenden las aguas del Río Ámina y la futura presa del mismo nombre; de la Loma los Platicos, donde nace el Río Magua y sus múltiples afluentes; del Pico El Gallo y Loma el Sillón de La Viuda, donde nacen los ríos El Gallo, Cenoví, Aguacatico, Las Lagunas y Cidrita – Boca de los Ríos, con múltiples manantiales, arroyos y cañadas que alimentan otros ríos sumamente importantes como el Mao, Yaguajay, Guayubín e Inaje.
En todos estos lugares no vive gente, sino manaclares, bosques latifoliados e inmensos pinares.