Décadas de negociaciones multilaterales, la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), acuerdos de libre comercio como el NAFTA, el CAFTA y otros en camino, corren el riesgo de sucumbir en la era de Donald Trump, donde cumpliendo sus compromisos de campaña, de formas unilateral, ha comenzado a imponer aranceles a ciertas importaciones y con ello iniciar una guerra comercial, que tendrá su respuesta y cuya principal consecuencia será el encarecimiento de una serie de bienes que perjudican al consumidor.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, así como se creó el FMI y el BM, se intentó crear una organización mundial del comercio, pero el esfuerzo fue fallido y se sustituyó por un acuerdo multilateral al que se fueron sumando gradualmente una serie de países y así surgieron las rondas de negociaciones del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade o Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio), la primera ronda del GATT se denominó la Ronda de Ginebra y se inició en abril del 1947, fueron celebradas ocho rondas, a lo largo de las cuales se lograron importantes reducciones en los aranceles y finalmente en la Ronda de Uruguay, con la participación de 123 países, se creó la Organización Mundial del Comercio (OMC) con una importante reducción de los aranceles, subsidios a las exportaciones, reducción de límites a las importaciones y cuotas, y además se extendió a los servicios y liberalización de la inversión extranjera.
Al calor de estos acuerdos y los diferentes tratados de libre comercio, el comercio mundial creció de forma sostenida y aún antes de la creación de la OMC, países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, los famosos tigres del Asia, dieron el salto al desarrollo gracias a una balanza comercial favorable frente a los Estados Unidos, y ese fue también el caso de China, India y otras naciones.
El candidato Donald Trump tocó la armonía que sensibilizó a la clase media norteamericana sajona con la prédica de “América primero”, retorno de las empresas y los empleos, una política migratoria más estricta y reducir el mega déficit comercial que ha convertido a esa nación en una de las mayores deudoras del globo.
Primero fue la aplicación del arancel al acero y al aluminio a la Unión Europea, China, Brasil, pero Trump momentáneamente enfiló los cañones contra China y eliminó de manera provisional el arancel a esas otras naciones, sin dudas para convertirlos en aliados contra China.
Desde la campaña electoral Trump mantuvo un discurso duro contra China y bajó su tono cuando necesitó del gigante asiático para hacer frente a la escalada armamentista de Corea del Norte. Logrado el objetivo, entonces anunció que el inmenso déficit comercial con China, que ronda los 375,000 millones de dólares, el 75% del déficit comercial de los EU, debía reducirse y ordenó imponer aranceles del 25% a US$60 mil millones de importaciones, restricciones a las importaciones de lavadoras y paneles solares y limitar sus inversiones en empresas norteamericanas, vetando que Broadcom adquiriera por US$117 mil millones a Qualcomm, el mayor fabricante de procesadores para dispositivos móviles.
Pekín respondió que no teme una guerra comercial y prepara aranceles a varios productos estadounidenses.