Contrarrestar la violencia

Contrarrestar la violencia

Los hechos de sangre por conductas sociales violentas o por la agresión directa de la delincuencia, experimentan un incremento en la ciudad de Santiago, lo que a su vez genera mayor preocupación y sensación de inseguridad, con perturbadores indicios de que lo trivial insiste en provocar tragedias en los barrios. La respuesta de las autoridades al auge de sucesos graves en aquella localidad debe corresponderse con la magnitud de lo que ocurre. Enfocarse en comprobar si la labor del cuerpo policial y de los brazos de la justicia se orientan con empeño en prevenir y combatir la criminalidad incluyendo el uso desbordado de armas de fuego. Establecer, con fines correctivos, si se aplican controles sobre el porte y tenencia que solo deben permitirse a personas de salud mental y condición moral que garanticen un uso responsable.
Sería imprescindible reforzar el patrullaje tras medir los índices de tragedias por sectores de la ciudad, sabiéndose que en ningún sitio la Policía ha parecido suficiente en personal y en equipos para combatir la delincuencia y llegar a tiempo allí donde se le necesite. En el aspecto judicial, una preocupación es constante en el país: muchos delincuentes obtienen libertad fácilmente y la reincidencia empeora la criminalidad. El ascendente accionar delictivo en el territorio nacional cuestiona la efectividad del mecanismo preventivo y de inteligencia de la Policía.

Otra fuente de perjuicios

La violencia por riñas o incursión de delincuentes no es la única agresión a que están expuestos los santiagueros: el descalabro de hospitales, denunciado con puntualidad por la directiva de médicos organizados, hace blanco directo en la sociedad. El inventario de males en el servicio asistencial público es motivo de alarma; reafirmándose que, además de construir obras para la salud, es imprescindible elevar la calidad de los servicios y conservar en buen estado las estructuras existentes. En la lista aparecen: falta de agua y de quirófanos, déficit de habitaciones, carencias de ventiladores, de áreas de consultas y de medicamentos. Los propios médicos en servicio afirman que hospital por hospital se comprueba la ausencia de condiciones mínimas para brindar atenciones. ¿Qué se espera para declarar un estado de emergencia? ¿Llegará el cambio?

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