Cuando brota la pus

Cuando brota la pus

Ingenuamente muchos ciudadanos confiamos en que la Ley de Seguridad Social cambiaría nuestro sistema de salud, esperanzados con una declaración de “Principios Rectores” contenidos en su Artículo 3, que hablan de unas “solidaridad e universalidad” que nunca se han materializado, porque, por ejemplo, no creemos (y deseamos estar equivocados) que el Presidente de la República esté incorporado a la lista de cotizantes del seguro social y que su aporte sea de un monto que “solidariamente” esté ajustado con su elevado nivel salarial, pues la solidaridad implicaba que quien recibiera un salario lujoso pagara muchas veces más que un “chiripero”, chinero o desempleado; que los empresarios, comerciantes, terratenientes e industriales de toda categoría pagaran según su nivel de ingreso y que esos fondos cubrieran los servicios de los que pagan menos o no pueden pagar.

Nuestro sistema de salud no ha mejorado en 13 años, edad de las leyes de salud y seguridad social. Nuestros hospitales públicos, en especial los “de concentración” están llenos de abscesos (“nacíos ciegos” del folklore dominicano) representados por ancestrales males gerenciales-administrativos, eternizados en un sistema rector esencialmente corrupto y carcomido por el clientelismo político.

Cuando brota la pus, porque la prensa denuncia casos como la muerte de once niños en el Hospital Infantil Robert Reid Cabral, o varias muertes maternas en la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, durante un fin de semana (todos desprotegidos del sistema dominicano de seguridad social) momentáneamente y con poses ridículas e hipócritas, muchos funcionarios se destapan los ojos y con el mismo pañuelo se tapan la nariz en un afán de seguir ignorando la cruda realidad de la que son los verdaderos responsables.

 

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