¿Cuándo cambiaremos?

¿Cuándo cambiaremos?

Los abusos de unos y otros, provocan la pérdida de interés y facilitan las faltas de respeto contra la democracia, hasta que al parecer da lo mismo una y otra cosa, como que todo es ni fu ni fa.
La encuesta que publica este diario trajo como uno de sus resultados que a la gente le interesa poco la conducta económica y ética de los candidatos a puestos públicos y que esos personajes obtienen los votos que les cuentan a base de papeletas.
La corrupción, pues, es un tema de cuarta o quinta, nadie sabe si porque muchos electores piensan y esperan ser mojados por la lluvia de los robos al erario, de la evasión de impuestos, del contrabando o del narcotráfico.
Recuerdo que el inolvidable amigo Hamlet Hermann, a poco de regresar al país leía mis artículos y me dijo en una ocasión: K. Bito, pero tú solo tienes un tema, el irrespeto y desconocimiento a la escala de valores morales.
En ese tiempo, como ahora, el grueso tronco de un árbol ocultaba el inmenso bosque donde moraban y moran el robo, la corrupción, el dejar pasar, dejar hacer, el mirar hacia el otro lado. Ya entonces, mucha gente pensaba que había que buscársela como el marido de la vaca, es decir, que lo importante era lo que se obtenía, lo que se conseguía, sin importar cuál principio moral se violentaba.
Ya habíamos entrado en el reino de tanto tienes, tanto vales. Fue en ese tiempo cuando la madre le preguntó al ministro que de dónde sacaba tanto dinero y el hijo, probablemente avergonzado, por todo lo que significaba la pregunta, le contestó: me lo regala el presidente Balaguer. Tiempo después, ante la catarata de dinero que exhibía el hijo, la sabia madre le dijo: pídele a Balaguer que no te regale tanto dinero.
Por esa permisividad entendemos que todo está bien, que no hay problemas, que ni es paja ni es plomito que el allante y movimiento son las dos principales virtudes que debe tener un padre de familia, para obtener el sustento de los suyos sin que le avergüencen los medios y las bajezas empleados para lograrlo.
Ello explica que dos médicos sean precandidatos a la presidencia del Colegio Médico pese a que existe prohibición expresa de que funcionarios del Gobierno puedan ser candidatos a la máxima posición del gremio. Es que se tira la pará, como si fuese un anzuelo en un buen cardumen, sin que haya el más mínimo pudor.
Hoy Hamlet no está, pero el problema sigue siendo el mismo. Da pena y vergüenza que los congresistas que nos gastamos legislen para su beneficio, aunque violen la Constitución.

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