Cuando la vida se va: el ejemplo de Teo Veras

Cuando la vida se va: el ejemplo de Teo Veras

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Sigilosa, lleva días bailando entre nosotros. Con su danza cruel, macabra y desenfadada, se ha robado la risa. Llegó, aunque no se le llamara ni se le quisiera, para recordarnos cuán frágil es la vida y cómo se puede escapar en un suspiro: jamás olvidemos que la muerte vigila, atenta, y espera que nos descuidemos para hacer de las de ella.
Esta última semana ella ha sido implacable. Primero comenzó con Teo Veras, quien tenía 67 años y debió darle voz a nuestras mañanas durante muchos años más. ¡Qué injusto que un hombre noble, de un corazón enorme, unos principios innegociables y una profesionalidad a prueba de fuego se vaya cuando necesitamos que haya más gente como él! ¿Por qué ella elige siempre a los mejores, a los que aún deberían estar con nosotros?
Teo deja un gran legado. Su vida, aunque sea un cliché decirlo, es un ejemplo: su buen hacer nos recuerda que la honestidad sí puede ser la opción a elegir. La grandeza de Teo es que nunca tuvo que demostrar nada: su día a día habló siempre por él.
Pero Teo no es el único que se ha ido. Cinco días después que se marchara le tocó el turno a Manuel Ruiz, un chico de 26 años que trabajaba en nuestra recepción desde hace unos años y era todo bondad. Él comenzaba a vivir, estaba terminando sus estudios y debió tener la oportunidad de poder hacer algo grande. ¡Nadie debería morir tan joven!
La vida es apenas un soplo. Por ello, tenemos que aprender a convertir cada instante en algo memorable. Disfrutemos cada paso del camino porque puede ser el último. No dejemos nada para mañana: ni un abrazo ni una canción.

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