1. Bacterias. La piel de las zonas íntimas no tolera adecuadamente las bacterias del agua. En caso de tener sexo en la piscina, la pareja se arriesga a contraer una infección urinaria o a la aparición de hongos, dependiendo de la calidad del agua y la cantidad de cloro suministrado.

2. Dolor. El agua reduce considerablemente la lubricación natural. La pareja será víctima de la sequedad y la irritación en sus partes íntimas. En el caso de las mujeres, el cloro de la piscina puede irritar la vulva o la vagina tras el coito.

3. ETS. La falta de lubricado natural hace que el preservativo se rasgue con mayor facilidad, aumentando así el riesgo de una enfermedad de transmisión sexual. La sexóloga Catherine Solano aconseja que “cuando se use un condón para hacer el amor en el agua, hay que ponérselo y que quitárselo fuera del agua”.

4. Delito. A menos que tengas una piscina en casa, tener sexo en el agua en cualquier otro espacio -entiéndase playas, lagos o ríos- es penado por ley por tratarse de lugares públicos.