Cuestiones claves para un cambio de régimen

Cuestiones claves para un cambio de régimen

Desde sus particulares perspectivas, la diversidad de partidos y de la sociedad civil que plantean la necesidad de derrotar el continuismo de la corrupción y la impunidad que encarnan el PLD y sus gobiernos, son reiterativos en la idea de que no se trata simplemente de cambiar un gobierno por otro, sino de producir cambios profundos en la vida política, económica y social del país. Una idea irrefutable, pero imposible de concretarse si, de ser poder, en el seno esa diversidad de sectores no se asume un proceso de introspección del cual surja una conciencia de que el proceso de cambio que plantean para esta sociedad se inicia con un cambio substantivo a lo interno de cada uno de ellos, sobre todo de los partidos.
Cuando se dice que el PLD y su gobierno están en crisis, se dice una verdad irrefutable, pero no se dice toda la verdad si no se dice que todos los partidos de oposición, con sus matices y gradaciones, adolecen de algunos de los elementos que tipifican la crisis de los partidos de la época actual: la práctica del clientelismo, de su desvinculación con las demandas cotidiana de la gente, de la rutinización de formas burocráticas para elegir, o dejar que gentes incapaces y no probas impongan sus candidaturas, de la toma de decisiones verticales e inapelables en los llamados “partidos/personas” (grandes y/o pequeños) etc., que le restan contenido a la democracia y que en gran medida son razones por lo cual mucha gente, sobre todo jóvenes, se alejen de la política.
Ese fenómeno es extremadamente complejo y no puede desligarse del tema de la complejidad de la época actual, por tanto, no basta con estigmatizar las actuales direcciones partidarias con los calificativos más viscerales, o con el reduccionismo e incapacidad de propuestas de muchos descalificadores. Existe una vasta literatura sobre la crisis de los partidos que, en esencia, es la crisis de la democracia. La forma partido como organización política por si sola es incapaz de producir los cambios que requiere la sociedad moderna, de eso deben tomar notas las direcciones partidarias, abocándose a una profunda reflexión para poder confrontarse con esa realidad. Para lo cual necesitan una imprescindible incidencia en su interior de agentes externos.
La crisis de los partidos parece irreversible, pero los sectores que a su interior aún tienen solvencia y experiencias útiles para la práctica política podrían jugar un rol fundamental para enfrentarla. Sin ese activo se hace más difícil superar una crisis que no es sólo de los partidos sino de la democracia, de la sociedad. Cómo hacerlo y cómo establecer una hasta ahora inevitable y vital relacionamiento sociedad civil/ sociedad política es una cuestión que concierne a ambas partes. La generalidad de quienes detestan los partidos tiene o inevitablemente crearán partidos, y la experiencia no aclara si estos repetirán o no las mismas o peores falencias, porque ni práctica ni teóricamente el problema partidos se ha resuelto.
En la presente coyuntura, mientras tanto, para cerrarle el paso al continuismo peledeísta es inevitable una relación opositora partidos/sociedad civil, donde se discutan las cosas que cada uno debe cambiar para que sea posible un cambio.

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