¡CUIDEMOS NUESTRO BEISBOL!

¡CUIDEMOS NUESTRO BEISBOL!

En días pasados, lamentablemente, toda la comunidad dominicana, en su mayoría seguidores del béisbol criollo, tuvo que ver y escuchar videos y mensajes por las redes sociales, especialmente a través de la aplicación del WhatsApp, en los que se registraron acciones y reacciones inapropiadas que en distintos lugares y momentos protagonizaron fanáticos de las Águilas Cibaeñas y de los Tigres del Licey, así como los pronunciamientos negativos de un pelotero y otro ex pelotero del conjunto amarillo (públicamente sabidos), apenas concluido el partido decisivo entre ambos equipos, que dio como resultado la ventajosa y reconocida victoria 11-5 a favor de las Águilas.
Tanto el conjunto azul como el amarillo son excelentes competidores en el terreno de juego, por tanto, cualquiera de los dos que ganara el partido era merecedor de su corona y ante esa realidad, solo le quedaba a los aguiluchos concentrarse únicamente en celebrar desde que corrieron al terreno, y a los liceístas felicitarlos con conciencia, y si la melancolía del instante no daba el ánimo, entonces lo que restaba era el retiro del estadio en paz.
Aquellos espectadores azules que permanecieron en sus hogares, con resignación tenían que observar y leer los mensajes jocosos recibidos, de igual modo que los enviados cuando el glorioso Licey avanzaba a la jugada final, y en el último de los casos, si no se estaba preparado para eso, poder despertar al día siguiente, con la determinación de incentivar y apoyar a los felinos para el próximo año, pues no todas las batallas deportivas se ganan, hay que saberlo aceptar con nivel.
En sentido general, esa debió ser la actitud de civismo, disciplina y respeto que de lado y lado tenía que caracterizar la culminación del torneo otoño-invernal. En otro aspecto, era necesario dejar claro mediante una comunicación efectiva y de la manera adecuada entre equipos, si algún integrante del Licey formaría parte de la selección que representaría al país en la Serie del Caribe y en caso de no ser así, era saludable un mínimo de explicación por consideración y hasta por el deber de reciprocar el hecho habitual de que miembros de otros equipos refuercen al equipo campeón de turno cuando les ha tocado, toda vez que se trata de poner en alto a la nación a la que pertenecen.
Sabemos que como seres humanos, los liceístas estaban cansados, reventados por la prolongada semi-final y el ritmo acelerado con partido doble que jugaron antes del decisivo, debido a las condiciones del clima. De ser esa la causa o algún impedimento por reglas de contrato, tenía que establecerse, y no dejar un mar de interpretaciones con la posibilidad de imaginación abierta, de que los jugadores del Licey no quisieron formar parte de la Serie del Caribe porque no ganó, ya que ese motivo no se ajustaría a un equipo con tantos incondicionales, que apuestan a la capacidad que exhibe y que los demás equipos valoramos, lo cual ha de ser concordante con la calidad humana, humildad y espíritu de colaboración, que propicia más la admiración.
De su lado, las expresiones manifestadas por el beisbolista activo, y el exastro aguilucho, que digna y magistralmente dio el todo durante su carrera, hoy arrepentido debido al impacto de sus palabras, en un gesto de sensatez personal y de alivio para la colectividad, generó un desconcierto y malestar general reprochable por todos los ciudadanos (as) por la forma y contenido, sobre todo por la carga de ira e irrespeto, el lenguaje vulgar y mal ejemplo para los niños y adolescentes apasionados de la pelota, que ojalá en lo adelante, NO se repita, en razón de que incitaría a imitar el mismo patrón de conducta de sus ídolos, con posibilidad de desate de bajas pasiones en adultos que producto de emociones reprimidas, pudieran valerse de esas circunstancias para descargarlas hasta de modo incontrolable y tal vez con consecuencias irreparables, lo cual pudiere reflejarse además a lo interno de ciertos hogares donde hay miembros de diferentes equipos.
Así no puede ser. Debemos mejorar las condiciones futuras, no retroceder a etapas que entendíamos casi superadas. La Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM) tiene que reducir el margen de las repercusiones dañinas en nuestro deporte rey, símbolo de cultura e identidad nacional. Los peloteros, sin distinción de bandería, son hermanos dominicanos, cuya misión es procurar la diversión sana, que el espíritu del béisbol provee a la familia dominicana y a los extranjeros que residen y nos visitan en el país.
El mensaje tiene que ser contundente, de tolerancia cero a la violencia, pro competencia sana con grado de profesionalismo, asimilando los resultados con madurez y bajo el entendido de que el público merece la garantía de un espacio de distracción en armonía, seguridad y sin que nada ni nadie desluzca la imagen de la disciplina deportiva más fecunda y querida de todos los tiempos: el béisbol dominicano.
En la actualidad, nos encontramos confiados en que el equipo de la República Dominicana, participante en la serie del Caribe, sin necesidad de distinguir Aguilas Cibaeñas, porque ya se trata de la nación unida en un propósito común, retorne en actitud sencilla, triunfante al territorio nacional, con la satisfacción del deber cumplido en representación de todos y de nuestro apasionado entretenimiento.

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