Cuidemos nuestros próceres

Cuidemos nuestros próceres

La concepción evolucionista de los vertebrados reseña el desarrollo de la cabeza como la parte donde se ubican órganos de sentidos tales como la vista, oído, olfato y gusto. Más importante todavía es la presencia dentro de la cavidad craneal del cerebro, estructura anatómica que concentra la mayor cantidad de neuronas sensitivas y motoras, logrando así controlar las funciones del resto del cuerpo. Esto último es lo que avala con un razonamiento lógico el viejo refrán que dice: “La culebra se mata por la cabeza”. También le da sentido al énfasis que ponen los organismos de seguridad cuando aúnan sus esfuerzos en la captura de los cabecillas de asociaciones de malhechores.

En los movimientos sociales se destaca uno de sus miembros que adquiere la categoría de líder natural. Los pueblos suelen guardar con celo en la memoria histórica los nombres de hombres y mujeres consagrados en la lucha por la preservación de los valores sociales, culturales y políticos. Estos excepcionales hombres y mujeres son venerados de manera parecida a como lo hace un judío ante la imagen de Moisés, o la de un cristiano ante la de Jesucristo, y la de un musulmán frente a Mahoma.

Narra el anecdotario popular dominicano que en cierta ocasión fue notificado el entonces presidente de la República Ulises Heureaux, alias Lilís, acerca del mal comportamiento público de varios de sus gobernadores. En un momento de la conversación el jefe de Estado interrumpió a sus interlocutores para expresarles: “No me muevan el altar, porque se me caen los santos”.

Sin pretender justificar lo injustificable, ni de buscar argumentos para legitimar lo incorrecto, debemos, en honor a la verdad, aceptar que en la sociedad humana nadie es perfecto.

La perfección es un abstracto, una concepción metafísica; perfecto es Dios diría un creyente, de donde se deriva que todo hombre o mujer evidencia en su trajinar por la vida luces y sombras, virtudes y defectos, victorias y derrotas, fortalezas y debilidades, alegrías y tristezas, arrojo y timidez. Importante será entonces contabilizar y valorar las buenas y las malas obras realizadas por la persona en su trayectoria por el mundo, para luego sacar el balance final. Si los aciertos y aportes sociales superan con creces los desaciertos y las pifias, diríamos que ese individuo fue útil al país.

¡Ay del pueblo que por engaño o descuido permite que sus referentes patrióticos sean impune y olímpicamente pisoteados, desacreditados o destruidos! Una vez quede huérfano de hombres y mujeres ilustres ya no podrá apoyarse en sus congéneres pasados para inculcarle a las generaciones presentes y futuras que tenemos un compromiso y un legado nacional, el cual estamos obligados a respetar y reverenciar.

¿Qué sería de los Estados Unidos sin un George Washington? ¿Qué sería de la República Bolivariana de Venezuela sin un Simón Bolívar? ¿Qué sería de la India sin un Mahatma Gandhi? Que ningún criollo ni extranjero ose ultrajar o irrespetar la figura de Juan Pablo Duarte, ni la de aquellos que han caído defendiendo los ideales que nos sembraron nuestros fundadores. Del celo con que cuidemos la memoria de nuestros próceres depende la existencia misma de la nación y su soberanía futura.

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