Cultura social y control del amor

Cultura social y control del amor

Tahira Vargas

En nuestra cultura social el amor está asociado a distintas dimensiones que se encuentran en el ámbito de lo implícito, lo oculto, lo supuesto. Amar es una actividad pautada por “el deber ser” y con permanente tensión y represión de su ejercicio. El amor y la expresión afectiva tienen “regulaciones culturales”, algunas dimensiones que así lo manifiestan:

a) Amor—Intercambio. Amar significa en nuestra cultura, dar-recibir. La oferta de “regalos” “favores” están asociados al afecto e implican una permanente reciprocidad. La desigualdad en el intercambio es sancionada con los juicios de valor sobre las personas que no dan “como reciben”.

b) Sanción del afecto en el ámbito público. A pesar de que nuestra sociedad “permite” y “pauta” el amor desde expresiones físicas con caricias, besos y abrazos, controla y sanciona las expresiones públicas de este afecto. Así tenemos que “besarse” públicamente no está permitido, así como acercamientos íntimos entre parejas tanto heterosexuales como homosexuales. Una de las posibles causas de la proliferación de los llamados “moteles” esté relacionada con este sistema de control social del afecto, así se convierten los moteles, los callejones, los cines y lugares oscuros en el único espacio para esta expresión.

c) Amor— posesión—celos. Los celos son una de las expresiones supuestas del “amor” que se sustenta en normas sociales. Las reacciones de celos ante determinadas actitudes por la pareja así como sentimientos tienen que ver con la socialización y la cultura social. Estos celos se convierten cotidianamente en los motivos para el ejercicio de la violencia de género.

d) Amor-Violencia. La violencia está justificada en nuestra conducta social con el amor y la pasión. Desde nuestras relaciones entre padres/madres-hijos(as) encontramos la presencia de los golpes, las pelas que están legitimadas socialmente.

e) Satanización y sanción social hacia el amor en parejas homosexuales. Si bien hay sanciones sociales y un sistema de control social para las expresiones públicas de afecto en las parejas heterosexuales este sistema de control social y sanciones es aún más fuerte y más represivo para las parejas homosexuales y lesbianas que se supone que “no deben” existir aunque la realidad demuestra lo contrario, en nuestra sociedad.

Estas dimensiones aquí descritas nos dejan interrogantes sobre el límite entre el amor, su significación romántica-personal y su legitimidad social en nuestra cultura. El amor se maneja así en la ambivalencia entre unas relaciones interpersonales bañadas de afectividad, solidaridad y manifestaciones corporales (besos y abrazos) y todo un sistema de regulación y sanción hacia las relaciones de pareja con poco espacio a su libertad e intimidad reduciéndolo a los ámbitos “ocultos” de la vida cotidiana.

 

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