La incapacidad institucionalmente demostrada de recoger y llevar la basura a lugares en los que el potencial de daño ambiental con derivación hacia los ambientes acuáticos quede neutralizado no es es un problema de una única dimensión. Lo es también para la extensa franja de aguas territoriales y para el mar común de los antillanos: el Caribe. Y sabiéndose además que las corrientes marinas llevan lejos lo que se bota, el retraso local en manejar millones de toneladas de desperdicios no biodegradables, genera un estado crítico para la integridad de estos recursos naturales nacionales y de salud humana, a más de la agresión que va al exterior. El agravamiento del asunto Basura es relacionado a un vacío jurídico: el Congreso falla en aprobar el proyecto de ley que daría valor legal a la clasificación y manejo final de desperdicios.
Ni los ciudadanos, con su falta de civismo, ni los organismos municipales, ni el sistema de salubridad se someten a métodos que preserven los hábitats de los residuos que en gran cantidad se generan. “Dominicana Limpia” es algo teórico y de buenas intenciones hasta que se den verdaderos pasos y funcione al menos un relleno sanitario que elimine las repercusiones nocivas de residuos a cielo abierto. Los ayuntamientos tienen que emprender una gran gestión con más recursos para la recogida y disposición final que eviten que la basura se trague a las ciudades.

Muchos padres en el banquillo

La función paterna en República Dominicana, sin perder de vista a los practicantes del incesto, arroja saldos preocupantes porque ejercerla sin asumir la responsabilidad de proveer sustento y formación en valores está entre las causas de conductas delictivas acrecentadas en el tiempo. Sobran motivos además para alarmarse por el número cada vez mayor de hombres hallados culpables de violar a sus hijas, a veces con la máxima brutalidad sobre víctimas de tierna edad. La forma en que se generan monstruos de esa especie debería ser estudiada a fondo a más de extender sobre familias y alumnados la influencia de organismos de protección de la niñez para detectar muy temprano los abusos de la masculinidad irracional y reducir sus consecuencias. Puede temerse que muchos casos similares estén pasando desapercibidos por imposiciones de silencio.