DE ESTAMPA A ESTAMPA

DE ESTAMPA A ESTAMPA

Reunir los grabados de  dos artistas   de apariencia distantes  en el tiempo  y en el  lugar  es un desafío  visual  que  honra el  Centro Cultural  Banreservas en este  mes de  junio, al  exponer   en unaexibición de carácter y  excepción a Hosukai Katuschikay a  Leonardo  Durán.

El primero Hosukai Katushika es un maestro clásico del estampado japonés, sublime grabador de la escuelaUkiyo-Edo, que ha marcado la historia del arte en Japón. Su producción artística revolucionó en pleno siglo diecinueve la imagen de la vida, los usos y costumbres, la tradición japonesa en su fina complejidad.
Tenemos hoy la oportunidad de acercarnos a través de sus imágenes al entorno ancestral de esa nación oriental e insular de extremo oriente, con visiones fabulosas de flora y fauna, de ríos y nieve, de llanos y volcanes, de montañas y valles que nos nutren de una mística secular en la que los samuráis, las geishas, los caballos, los barcos y las flechas se convierten en formas a través del dibujo de este maestro nipón que entre verdes musgos azules de mar y de cielo, de líneas negras de los límites formales se acercan al amarillo y al ocre, cuando se trata de evocar el color del paisaje japonés en todas las estaciones del año, entre dulzura de primavera y transparencias de invierno.
Es una experiencia fabulosa revelar y descubrir el despliegue de las obras gráficas de estos dos maestros, pues nos hemos quedado atrapados en el tiempo y en el espacio, la separación temporal de tres siglos entre las dos obras, la distancia de lugar y geografía nos asombran al compartir la forma triangular de Monte Fuji con los altos cerros de Quisqueya.
La naturaleza ofrece a cada uno de estos dos artistas la oportunidad de llevar al papel toda la sutileza del paisaje, tanto en el color, como en la forma y en la metáfora.
Más sorprendente aún es la complicidad distanciada entre dos artistas que nunca tuvieron que conocerse para interpretar su entorno existencial con los recursos del dibujo y del trazo. El maestro japonés lleva un rejuego de forma entre el Volcán Fuji y la Gran Ola con su geometría triangular erecta e imponente, fingiendo un estado sedentario inmóvil que la ola rompe en su energía de movimiento. Si nos acercamos de esas dos imágenes universales de Hosukai, observamos que en su ejecución minimalista de volcán y ola se filtra un discurso plástico de inmovilidad o movimiento en el elemento natural, o, sencillamente retenido en las entrañas del volcán y liberadas a rienda suelta en el alto de la ola. Toda una referencia de movilidad o inmovilidad que responde al referente síquico del estado activo o pasivo de los ánimos emocionales, incidencia extraordinaria para la mirada que proyecta justamente un estado meditativo, contemplativo y de sosiego.
Leonardo Durán, artista gráfico dominicano, presenta la metáfora entre la línea sensual del cerro en sus alturas y el seno de una mujer llamada al descanso de la maja acostada. El conjunto “Paisajes de Mujer”, conjuga un colorido compartido con el maestro nipón en los tonos ocres, verdes, fushia y amarillo que ocupan la referencia a la tierra, y que el artista aplica en el papel con unos efectos matéricos de alta delicadez y dominio técnico en el craqueado, dando una envoltura orgánica al sujeto femenino en un enjambre de evocaciones de colores y efectos geológicos, que Durán ejecuta con un minucioso trabajo preciso de asociaciones con encajes atrapados y soterrados en el papel, pero también, con encajes y tejidos que nos sorprenden en una geografía estética, donde la tierra y el cuerpo llevan toda la poética.
Los dos maestros tuvieron desde su infancia impulsos creativos y naturales que supieron ejercer con espontaneidad en el dibujo.
Las formas marcaron en ellos un despertar hacia la creatividad. Hosukai reveló que desde los cinco años se sentía poseído por una fuerza espiritual que lo llevaba a querer representar permanentemente todo lo que veía. La pulsión hacia el dibujo la vivió con intensidades matizadas en la búsqueda obsesiva de formas que le permitían buscar el sujeto hasta dominarlo de lleno en el trazo, pero todo a través del cristal del paisaje, de las nieves invernales, y de las aguas del océano.
Leonardo Durán confiesa que desde su primera infancia cruzando las cordilleras de la isla para llegar a San José de las Matas, sus ojos de niño captaban el desfiladero de los cerros en movimiento desde los cristales de la guagua, que le sugerían el cuerpo de una mujer acostada cuya anatomía se confundía con los relieves geológicos de las montañas de Quisqueya; poetizando un poco la escena, esas son las mismas montañas de dicha zona, como la de Manaclas, en la que tantos jóvenes héroes dominicanos perdieron su vida en lucha por la libertad y la democracia.
Vale destacar que en esta contextualización visual que se compenetran dos obras y dos artistas cuyas metáforas fundamentan el origen de una maestría común y comulgada con el paisajismo. Dos artistas de origen cultural y geográfico muy distanciados, que el duende y el misterio de la pulsión artística los une en un mismo lenguaje, para a través del arte interpretar el mundo y la humanidad con el trazo y ejecutar el dibujo en grabado para producir un límite de tiradas que permiten a través de la xilografía eternizar la imagen y la memoria…
No existe el tiempo entre estas dos obras, ni el espacio, unirlas es festejar dos sociedades, pero también, acercar la tierra de todas sus riquezas visuales y entender y admirar lo que pueden lograr una forma triangular del Fuji, y de la ovalidad de la cordillera; sencillamente universalizar el arte en un diálogo inacabado. Y si de relieve hablamos recordemos todas las variaciones del paisajismo en los impresionistas franceses que alcanzaron llevar su admiración por la tradición japonesa hasta convertirla en un estilo: el japonismo.
Los colores en el conjunto de las estampas reunidas sirven una paleta abierta en una sinfonía que se fusionan en el elemento tierra desde el marrón intenso y rojizo de las arcillas calientes de las tierras cibaeñas, compartidas con las témperas de los montes nipones, en una armonía de tonos matizados con el fushia, el amarillo, el verde y el azul.
Los dos maestros del grabado sellan en el sentido literal y visual dos obras con facturas propias al servicio de una misma evocación poética: el amor por la naturaleza y el esplendor y majestuosidad de los relieves, tanto carnales como minerales, en una unión gráfica al servicio del erotismo y de la sensualidad.
Para los amantes de los trabajos sobre papel, de las ediciones grabadas, esta exhibición tiene un valor indiscutible de enseñanza y aprendizaje en sus múltiples lecturas.
A nivel intelectual Hosukai nos regala su mundo y nos acerca a un país ancestral de intensa cultura con quien compartimos desde hace más de un siglo una presencia humana en nuestra isla. Además, podemos disfrutar la cercanía de imágenes del maestro exclusivas y universales que en su mayoría conocíamos a través de las publicaciones especializadas.
Las obras de Leonardo Durán invitan a acercarnos a discursos poéticos visuales con un referente contemporáneo donde el dominio técnico minimalista como el craqueado, el china collé, el collage sirven de tesitura al servicio de sugerencias orgánicas que fusionan la piel y el tejido, la forma y el cuerpo, dando una sugestión donde el grabado toma vida y energía compitiendo con todos los alcances posibles con la pintura.
Con esta exhibición inaugurada el martes 12 de junio, el Centro Cultural Banreservas cumple con una bella misión de acercamiento artístico y humano con Japón, con la colaboración de la misión japonesa de cooperación en el país, que todos conocemos y admiramos por su profundo trabajo de acompañamiento y desarrollo con los dominicanos
Pero además, confirmamos la valoración del grabado en el país, expresión artística de alta expresión nacional. Entendemos que esta exhibición aporta un espacio visual e intelectual que intensifica la necesidad de juntar los mundos con la cooperación artística, un reto que se debe reforzar en pleno siglo XXI, para dialogar frente a los retos de la globalización, pues el arte facilita encuentros que rompen los esquemas de las diferencias. Con esta colección de estampas le damos la mano al mensaje de ética y estética que une una visión del mundo compartido.
Vale la pena reflexionar como aquí se conjuga la modernidad y la contemporaneidad a través de la continuidad del conocimiento clásico y tradicional del dibujo y del trazo con la experimentación matérica de los ingredientes contemporáneos en una variación de diversas técnicas.
Nos queda un duende de meditación sobre el acercamiento que puede el arte entre mundos culturales tan distanciados, pero que en las formas se encuentran entre valles, cordilleras y aguas sueltas. Esta muestra nos abre esta perspectiva en la que en el horizonte divisamos el monte Fuji y los altos cerros de Quisqueya, “De Estampa a Estampa”.

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