DE GENIOS Y LOCOS Excelente obra y estupendas actuaciones

DE GENIOS Y LOCOS Excelente obra y estupendas actuaciones

La obra “Kennen Sie Die Milchstrasse” –¿Conoce usted la Vía Láctea?– del escritor alemán Karl Wittlinger, llega a la sala Ravelo bajo el nombre “De genios y locos, todos tenemos un poco”, dirigida por la veterana Germana Quintana e interpretada por los actores Exmin Carvajal y Johnnie Mercedes.
Karl Wittlinger nació en la ciudad barroca de Karlsrube, Alemania, en 1922. Fue soldado durante la Segunda Guerra Mundial, herido y capturado. En 1950 se inició como dramaturgo. En su obra, quizás la más representada en el mundo hispanoparlante, “¿Conoce usted la Vía Láctea?”, sin ser biográfica, uno de los personajes es él mismo, el “Hombre”… simplemente.
El tema de la locura y el perturbado mental ha sido abordado por el teatro desde sus inicios. En la época clásica encontramos a “Hamlet”, y sus delirios, protagonista de la célebre obra de Williams Shakespeare.

El hospital psiquiátrico como lugar para la acción dramática está presente en el Siglo de Oro con Lope de Vega, en su obra, “Los locos de Valencia”, y en la escena contemporánea, en “Marat-Sade” obra de Peter Weiss, los enfermos recluidos en un manicomio representan una obra de teatro dirigida por el propio Sade, –teatro dentro del teatro–.
En la obra de Wiittlinger de carácter expresionista, la trama se sitúa en un hospital psiquiátrico, en la que un interno, el número 013, sin identidad sólo el “Hombre”, que afirma proceder de otra galaxia, se escapa de su celda para encontrarse con el “Doctor Neuros” y solicitarle que le permita representar una obra teatral sobre su vida y pedirle además que actúe en ella, lo que al doctor le resulta atractivo, ya antes había sido actor.

Se inicia un periplo fascinante, hermoso, pero cruel, en el que el “Hombre” al llegar a su pueblo, descubre que se le ha dado por muerto, y lo que es peor, a nadie le interesa que siga vivo, entonces decide recuperar su identidad perdida, sólo para los demás.

El paciente, el “Hombre”, sabe que es realmente José Blanco, pero tras la guerra pierde su documentación y decide asumir la identidad de un soldado muerto “Juan Negro”, y es que el hombre es siempre víctima de las circunstancias, y la Vía Láctea es un escape, una metáfora de liberación.
La narrativa de Wittlinger, construida a base de monólogos y diálogos, consta de seis cuadros con mayor o menor fuerza dramática, pero en todos está presente el humor ingenioso, corrosivo a veces, que nos invita a pensar.

Dos personajes protagónicos perfectamente esbozados por el autor, son percibidos en su verdadera dimensión por dos actores que dan vida a esta excelente obra teatral. Johnnie Mercedes, en una actuación espléndida, encarna al “Hombre” que se debate entre la lucidez y la locura. Su recia personalidad escénica es cautivante; su potencial dramático, su voz hermosa rica en matices, enfatiza momentos de hilaridad e introspección. Ciertamente esta es una de sus mejores actuaciones.

Exmin Carvajal en un derroche de histrionismo, haciendo gala de sus destrezas de actuación, representa cinco personajes. A cada uno le otorga identidad propia a través de la forma de hablar, del gesto y la expresión corporal. Así se convierte en el indiferente “Doctor Neuros”, en el marrullero funcionario “Krumber”, en el “afectado” señor “Segurola”, en el romántico italiano “Salvatore Diavolo” y en “Ben”, el payaso, que en su dicotomía no sabe si reír o llorar. Con cada uno consigue la respuesta del público, que se divierte y por momentos ríe a carcajadas. Magnífico trabajo actoral de Exmin Carvajal.
La escenografía integradora y funcional concebida por Salvador Bergés es una alegoría de su interpretación de la obra, adecuada a cada momento, y es resaltada por el juego de luces diseñadas con criterio y buen gusto por Lillyanna Díaz.

En el hermoso epílogo, Johnnie Mercedes se convierte en el “Doctor Jefe”, y el “Dr. Neuros” aparece en una sublime alienación. Definitivamente ya no sabemos quién es el loco y el cuerdo, pero los acompañamos en su viaje sideral a la Vía Láctea. La escena final llena de luces intermitentes, cual estrellas rutilantes… es cautivante, y produce la catarsis que desencadena una lluvia de aplausos.
Recomendamos a los amantes del teatro no perderse esta magnífica pieza teatral y estas estupendas actuaciones, asistiendo a la sala Ravelo.

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