De Irma a María, los espejos de la triste realidad

De Irma a María, los espejos de la triste realidad

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Cada huracán, tormenta, vaguada y hasta gran aguacero la historia se repite: miles de familias tienen que salir de sus hogares, raudamente, para no perder la vida. ¡Con quedarse sin nada es suficiente ya!
Los últimos en vivir la tragedia fueron los habitantes de la comunidad Los Robles, en el distrito municipal de Juan López, de Moca, quienes lo perdieron todo cuando las aguas del río “La Angostura” arrasó con sus pequeñas casas el fin de semana pasado. Hoy, con tristeza, piden la ayuda del Gobierno.
Todos vivían dolorasamente cerca del río. Como ellos, miles de dominicanos viven en lugares vulnerables y deberían ser reubicados para no tener que seguir escribiendo la misma historia una y otra vez: ¿cuándo el Gobierno se decidirá a poner en marcha un plan serio de planificación territorial? Más que un antojo, esa es una gran necesidad, tal como se demuestra reiteradamente cuando algo sale mal.
Aquí nos hemos acostumbrado a vivir dónde y cómo queremos. Las reglas, si es que alguna vez las hubo, se saltan olímpicamente y, lo peor, no pasa absolutamente nada. Hablamos, eso sí, pero jamás se toman medidas.
Es difícil, está claro, organizar el desastre que existe desde hace años pero algún día debe comenzarse a trabajar con quienes están más en riesgo: ese 40% de la población dominicana que, según dijo la Cruz Roja en el 2014, vive en la ribera de las cañadas y arroyos.
El Gobierno demostró que hacerlo es posible. Ahí está la Nueva Barquita, indudablemente, como el mejor ejemplo. Toca seguir replicando este tipo de práctica y, además, regular el uso de suelo.

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