De la mano de Jesús
Amor a nuestro planeta

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Esta hermosa Edición Verde, (especial de ecología y medioambiente) nos mueve a meditar siguiendo los pasos y las enseñanzas de Jesús, sin despegarnos de la realidad que nos rodea día a día y que va formando el mundo en que vivimos, con sus limitaciones y circunstancias que marcan el futuro de la humanidad.

Es esta una espiritualidad conectada con la realidad y con la esperanza, que no se convierte en un paréntesis aislado en medio de la vida diaria, sino en fuente de fortaleza y responsabilidad con nuestro mundo y la  hermosa creación divina que vivimos y compartimos.

En Isaías 55-1 y en Juan 7:37, Jesús nos habla de ese manantial espiritual que nos da vida y en este encuentro liberador y este caminar de la mano de Jesús experimentamos el modo cómo estos ríos profundos de aguas cristalinas y vivificadoras, fluyen en el quehacer de nuestra vida cotidiana, en espacios como el trabajo, los estudios, la familia, la comunidad y la responsabilidad del cuidado y el amor a nuestro planeta y a la perfecta y hermosa creación que tenemos el privilegio de disfrutar esta hermosa Edición Verde, (especial de ecología y medioambiente) nos mueve a meditar siguiendo los pasos y las enseñanzas de Jesús, sin despegarnos de la realidad que nos rodea día a día y que va formando el mundo en que vivimos, con sus limitaciones y  circunstancias que marcan el futuro de la humanidad.

Es esta una espiritualidad conectada con la realidad y con la esperanza, que no se convierte en un paréntesis aislado en medio de la vida diaria, sino en fuente de fortaleza y responsabilidad con nuestro mundo y la  hermosa creación divina que vivimos y compartimos. En Isaías 55-1 y en Juan 7:37, Jesús nos habla de ese manantial espiritual que nos da vida y en este encuentro liberador y este caminar de la mano de Jesús experimentamos el modo cómo estos ríos profundos de aguas cristalinas y vivificadoras, fluyen en el quehacer de nuestra vida cotidiana, en espacios como el trabajo, los estudios, la familia, la comunidad y la responsabilidad del cuidado y el amor a nuestro planeta y a la perfecta y hermosa creación que tenemos el privilegio de disfrutar como cristianos, esta visión de la vida y del mundo al cuidado de la creación.

La base para un debido cuidado de nuestro planeta y nuestro entorno está, en primer lugar, en Dios mismo, su carácter y sus obras, que no sólo creó, sino que también sustenta con su amor a la creación y que es evidente en muchos textos bíblicos, como este que con amor recibimos como “río de agua viva” y amor incondicional al mundo en que vivimos.

“Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; van entre los montes; dan de beber a todas las bestias del campo; mitigan su sed los asnos monteses. A sus orillas habitan las aves de los cielos; cantan entre las ramas.

El riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra. Él hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre. Se llenan de savia los árboles de Jehová, los cedros del Líbano que él plantó. Allí anidan las aves; en las hayas hace su casa la  cigüeña.

Los montes altos para las cabras monteses; las peñas, madrigueras para los conejos. Hizo la luna para los tiempos; el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas, y es la noche; en ella corretean todas las bestias de la selva.

Los leoncillos rugen tras la presa, y para buscar de Dios su comida. Sale el sol, se recogen, y se echan en sus cuevas. Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta la tarde. ¡Cuán innumerables son tus obras, ¡Oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios. He allí el grande y anchuroso mar, en donde se mueven seres innumerables, seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él. Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.

Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra. Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras” (Salmo 104.10-31). La fe viva y la esperanza en el poder y el amor de Jesús, redentor del cosmos, no solo son un marco teórico para una acción ecológica coherente y responsable de cada individuo que disfruta de este planeta, sino un vivo estimulo que debe llenarnos de alegría, de pasión responsable y entusiasmo, por ver la gloria del Señor inundando el orden creado como era en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos…..Amén.

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