Cuando cerca de 100 intelectuales pidieron mediante un documento público la renuncia del presidente Danilo Medina, se enarbolaron voces que condenaron el pedimento como si se tratara de una herejía, y no una demanda ciudadana en un sistema que se dice democrático.
Un cable de la agencia española de noticias Efe, fechado en Los Ángeles, EE. UU., destaca el pasado lunes 3 de julio que “Miles de personas participaron ayer domingo, en marchas y concentraciones en 46 diferentes ciudades de Estados Unidos para pedir al Congreso que inicie el proceso de destitución contra el presidente Donald Trump”.
Ni por asomo Donald Trump ha cometido las violaciones a la Constitución estadounidense como ha infligido Danilo Medina a nuestra Carta Magna, y estamos seguros que no Saldrán en los Estados Unidos, como aquí a rasgarse la vestidura, estigmatizando el pedido de renuncia como una herejía, como una blasfemia.
Donald Trump no pagó millones de pesos en compras de diputados y senadores para pasar una modificación constitucional que permitió la reelección presidencial de Danilo Medina.
Ni tampoco ha sido acusado el señor Trump de permitir que empresas extranjeras otorguen recursos económicos para el financiamiento de sus compañas, como se ha denunciado aquí, y como reconoció uno de los magnates del PLD, el ingeniero Temístocles Montás, quien aseguró haber recibido dinero de parte del señor Ángel Rondón para financiar campañas electorales del partido morado.
Pero tampoco utilizó asesores extranjeros con despacho en la Casa Blanca para pautar sus campañas electorales, como sucedió con Danilo Medina, quien mantuvo hasta mediados del mes de febrero de 2016 a Joao Santana, con una oficina a pocos pasos de su despacho en el Palacio Nacional.
De todas formas, debemos esperar la reacción, pero ya han pasados varios días, y todo sigue normal en EE. UU.