De lo material a lo humano

De lo material a lo humano

La administración de justicia en la provincia de Santo Domingo, la más poblada y de preocupante índice delictivo, ha estado huérfana de instalaciones; con su creación se partió de cero en ese aspecto. El Presidente Danilo Medina se acogió finalmente a los muchos llamados de la sociedad y de los propios servidores a resolver el dramático vacío construyendo un gran local para jueces y fiscales. Las facilidades materiales son importantes para las funciones y poderes. Pero también lo son las mujeres y los hombres llamados a alojarse en las sedes.

Los ciudadanos expresan con frecuencia el reclamo de que los funcionarios que persiguen, investigan y juzgan actúen con rigor, profesionalidad y ética. Que sean insobornables y diligentes. Cuando fallan en sus gestiones, haciendo acopio incompleto de indicios para sustentar cargos, o valorando sin profundidad los hechos, los criminales de toda laya obtienen vía fácil para escapar a la sanción condigna. Y eso suele ocurrir unas veces por omisión o interesado propósito del acusador. Otras veces falla el auxiliar policial o es el juez quien incurre en ligereza. No aspiremos a lograr un ejercicio idóneo si el tratamiento salarial y la protección social no se corresponden con las exigencias de los cargos. Además de construirle palacios, elevemos las condiciones de vida del servidor como forma de garantizar la idoneidad de quienes ahora o en el futuro asuman los desempeños judiciales.

PERCEPCIÓN DEL OTRO CRECIMIENTO

No debe suponerse que solo ocurre en el servicio exterior el exceso de nombrar por favoritismo que ha dotado a República Dominicana de un personal diplomático numeroso que supera a los de países grandes en atropello a límites racionales y legales. En otras áreas se percibe el crecimiento de la burocracia mediana y alta. Testimonios surgidos del propio oficialismo indican la existencia de funcionarios “fantasmas”.

Nadie los ve en las dependencias públicas aunque cobran inmancablemente, designados en función del interés de jerarcas intemperantes que utilizan sus potestades para privilegiar a amigos y familiares. Otros favoritismos tendrían que ver con la precocidad de aspiraciones, no solo a la presidencia sino a otros cargos electivos que a la vuelta de poco tiempo estarán en juego. Ante esta insoslayable cultura de traficar con influencias, ni la Controlaría ni la Cámara de Cuentas deben callar.

 

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