De Montellano a San Antonio de Guerra

De Montellano  a San Antonio de Guerra

Cana de Azucar, Provincia de la Romana

La primera semilla de caña de azúcar que llegó al Nuevo Mundo fue plantada por Cristóbal Colón en nuestra isla, en la región Norte. Desde esos tiempos coloniales el devenir de la industria azucarera en nuestro territorio ha sido sinusoidal; tras una etapa de apogeo viene otra de decadencia. La última etapa de gran auge fue en la década de los 70 del siglo pasado.
La industria azucarera dominicana a partir de 1948 comenzó un proceso de monopolización de parte del dictador, general Rafael Leónidas Trujillo, quien al momento de su muerte en 1961 poseía más del 60% de los ingenios azucareros nacionales.
Tras su muerte, estos ingenios pasaron a ser propiedad del Estado dominicano. En 1966 el Gobierno del Dr. Joaquín Balaguer creó el Consejo Estatal de Azúcar (CEA) para coordinar el funcionamiento de los ingenios del Estado.
Luego de la gran etapa de apogeo de la industria azucarera estatal de los años 70, se fueron produciendo condiciones de tipo político y social que fueron poco a poco minando la fortaleza de la industria azucarera predominantemente estatal. Como consecuencia de ese deterioro, el gobierno del doctor Leonel Fernández tomó la decisión de privatizar las empresas públicas y como consecuencia de esa medida se produjo la debacle de la industria azucarera estatal.
El ingenio Montellano, ubicado en el municipio de Sosúa, Puerto Plata, fue fundado en 1918 por Edwin Kilbourner. Luego en la década del 1950 pasó a manos de Trujillo, cuando éste decidió incursionar en el negocio y comercialización del azúcar. A la muerte del dictador, en 1961, el ingenio Montellano, como todos los demás del férreo dictador, estaba produciendo azúcar a su máxima capacidad.
Y luego vino el auge de los 70, y más luego vino también la industria del turismo y fue desarrollándose en Puerto Plata. A eso se agrega, como llevamos dicho, la desacertada medida neoliberal de desprenderse de las empresas estatales, incluyendo los ingenios azucareros que empleaban directamente a miles de personas y otros tantos miles que subsistían gracias a esos ingenios. Lo cierto es que en poco tiempo la industria del turismo en Puerto Plata se tragó su industria azucarera.
Todo parece indicar que ya no es posible reactivar el ingenio Montellano en su lugar de nacimiento. La mayoría de las tierras donde se cultivaba la caña ahora son utilizadas para fines turísticos. Pero el CEA dispone de otros lugares de la geografía nacional donde se pueda reactivar el ingenio. Un lugar muy apropiado seria el municipio de San Antonio de Guerra.
San Antonio de Guerra ha sido un municipio cañero desde que en 1881 se instalaran los ingenios Ozama y San Isidro, y en 1916 el ingenio Boca Chica. Los mencionados ingenios tenían buena parte de sus cañaverales en dicho municipio. La presencia de dichos ingenios en el municipio de San Antonio de Guerra hizo que surgiera allí un gran número de personas que sembraban caña de azúcar para venderla a los ingenios. Son los llamados colonos azucareros. El colonato de Guerra fue creciendo en forma progresiva hasta que abruptamente muchos tuvieron que abandonar el cultivo de la caña por el cierre de los ingenios. Eso lesionó considerablemente la economía de cientos de campesinos que solo vivían de ese cultivo. La clausura de Ozama y Boca Chica ha sido una catástrofe económica en todo el municipio.
Pero las tierras están ahí, disponibles para el cultivo. Además, el CEA todavía conserva parte de las tierras que cultivaban los ingenios en los diferentes parajes y secciones del municipio. Desde hace mucho tiempo los productores de caña han anhelado que se instale un ingenio azucarero en su municipio. Hay suficiente capacidad para alimentar un ingenio como el Montellano.
Cientos de pequeños colonos que abandonaron el cultivo de la caña se volcarían de nuevo a sembrarla, y los grandes colonos, que nunca han abandonado su pasión por la caña, a pesar de la reducción considerable en los beneficios que obtienen, verían colmados sus anhelos de un ingenio azucarero en el municipio de San Antonio de Guerra.
Por eso, los grandes y pequeños productores de caña de azúcar están aunando esfuerzos a través del Frente de Cañicultores de la Provincia Santo Domingo con el objeto de motivar a las instancias correspondientes del gobierno nacional a fin de que el ingenio Montellano logre sobrevivir y desarrollarse en San Antonio de Guerra, un municipio que es un Encanto de la Caña de Azúcar desde el siglo XIX. Los beneficiados con una medida de esa naturaleza serían miles y miles de habitantes de este municipio y municipios aledaños. Esa sería una inversión para el desarrollo, una inversión para producir bienestar en una región que lo necesita.
Anímense pues el presidente de la República, los directivos del CEA y de FEDOCA, y cualesquiera otros organismos que puedan posibilitar que ese ingenio vaya de Montellano al histórico municipio de San Antonio de Guerra, donde se tiraron los últimos tiros para lograr la Restauración de la República, en la Semana Santa de 1864.

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