De muertes y triunfos (2)

De muertes y triunfos (2)

Para ciertos turistas europeos Cuba es un lugar cálido, con cantantes y músicos de altísima calidad, donde hermosas mulatas bailan músicas negroides que no escuchan en sus países de origen. No hay que decir que esas bailarinas se presentan al público con poca ropa, y algunas, en privado, con ninguna. En La Habana, pueden conocer ver un conjunto de edificaciones coloniales muy hermoso, de gran valor artístico e histórico. El historiador de la ciudad, Eusebio Leal, sucesor de don Emilio Roig de Leuchsenring, facilita informaciones a los visitantes interesados en la cultura del país y en su historia, literaria o política.

Pero además, en La Habana existen atractivos que no es posible encontrar en otros lugares del mundo. Por ejemplo, los carros viejos de los años cincuenta y tantos. Estos vehículos, llamados “almendrones”, son la muestra, motorizada y colorida, de que la historia puede detenerse en algún punto de su desarrollo. La “congelación histórica” no fue prevista por San Agustín, ni Vico, ni Hegel, ni Marx. Eso de que en la vida “todo siga igual”, tenía que ser inventado y expuesto en las Antillas, en nuestro mundo caribeño, donde ocurren prodigios sociales y políticos. Fidel Castro no aparecía ya en actos oficiales, pero su fotografía con “jacket” de entrenador de “basquetball” está en todas partes.
Antes de la muerte del comandante Fidel circulaba el rumor de que Raúl Castro, al referirse a la reclusión de su hermano, solía decir: “ahora a Fidel le ha cogido con la moringa”. Es una planta a la que se atribuyen virtudes curativas, propiedades asombrosas para prolongar la vida. Fidel vivió 90 años. También los turistas preguntan por las tisanas de moringa y por los procedimientos mágicos de los babalaos del rito yoruba.
Las barbas del legendario guerrillero de la Sierra Maestra funcionaban como una “atracción arqueológica”. Para turistas cultos Fidel Castro era algo así como el cadáver incorrupto de la ideología marxista leninista. El país entero tiene para ellos algo de museo económico, social, antropológico. Es una comunidad en la cual el Estado autoriza a ejercer oficios “por cuenta propia”. Para que la gente sobreviva trabajando “en el mercado”, se permite practicar la cartomancia: el arte de leer las barajas.

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