De mujeres cuerperas

De mujeres cuerperas

Efraín Nadereau, nacido en Haití y declarado en una oficialía civil de Santiago, es un notable poeta negro de Santiago de Cuba, licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas. Nadereau escribió un poema a su mujer: “Tu triunfo es no ser excepcional/ sino naufragar entre millones de rostros”./ Describía de este modo a su compañera negra: “Tu corazón/ sencillo y brusco como un puño/ de muchos regazos”./ Finalmente le dice: “Gracias/ por enseñarme/ que la muerte puede ser/ una rarísima palabra”.

Durante mis primeros meses en La Habana visitaba una cafetería próxima a la Unidad de Investigación, en la cual se reunían otros investigadores y algunos empleados. Allí escuchaba chismes, expresiones típicas de Cuba, opiniones acerca de las mujeres que entraban a la hora del almuerzo. Un homosexual muy atento es camarero en esa cafetería. Uno de los parroquianos dijo en una ocasión, en voz alta, “esa mujer que acaba de salir está cuerperando”.

Al día siguiente pregunté por el significado de las palabras “cuerpear” y “desconchinflar”, que no aparecían en ningún diccionario. Azuceno se acercó a la mesa y nos dijo: sí señores, las mujeres cubanas “cuerpean” mucho; muestran el cuerpo de diversos modos: de manera discreta y comedida o en forma procaz y vulgar.

Azuceno asegura que una mujer “cuerpera”, de las que saben caminar con garbo y sentarse con encanto, puede “desconchinflar” el cerebro de cualquier varón que se descuide. En Cuba existen mujeres mulatas cuyo tipo se repite como si fuera producido por un troquel. Así, la mujer del poeta Nadereau: “Tu triunfo es no ser excepcional/ sino naufragar entre millones de rostros”./ De esa mujer el poeta dice: “Tu corazón/ sencillo y brusco como un puño/ de muchos regazos”./

No comprendo todavía cómo puede haber un corazón sencillo y brusco, un puño de muchos regazos. Sin embargo, siento que Nadereau pega en la diana, que acierta en la emoción y en el concepto. Estas mujeres, a pesar de su rusticidad, son capaces de convencer a los hombres de que por la vía del placer, de la sensualidad compartida, se alcanza la inmortalidad.

Este poeta da las gracias a una mujer del montón por haberle enseñado “que la muerte puede ser/ una rarísima palabra”. (Ubres de novelastra, 2008).

 

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