Perdida, hace rato, nuestra capacidad de asombro, y comprobado hasta la saciedad que la Policía es parte de un problema –la inseguridad ciudadana– al que no le hemos encontrado adecuada solución, no debimos escandalizarnos tanto cuando hace unos días leímos que dos agentes de la Policía asaltaron un punto de drogas. Fue el “timing”, el momento en el que se produjo ese hecho, lo que nos llevó a sobre dimensionarlo, ahondando la sensación de desamparo que en estos momentos embarga a la ciudadanía frente a la delincuencia, pero sobre todo poniendo en evidencia, una vez mas, porqué le hemos perdido la confianza a la Policía. Esa falta de confianza en la institución del orden es un obstáculo insalvable hacia el éxito de cualquier plan de seguridad, pues sin la integración y participación de la comunidad está condenado a quedarse a medio camino, como se han cansado de repetir los expertos en la materia. Eso vale también, claro está, para el nuevo plan de seguridad recién anunciado por las autoridades, que si algo tiene de novedoso es integrar al combate frontal y callejero contra los delincuentes a los cuerpos élites de la Fuerza Aérea y la Armada Dominicana. Un refuerzo de lujo, sin duda, para la Policía, que las autoridades han prometido mantener en las calles las 24 horas hasta reducir la delincuencia “a la mínima expresión”, aunque la experiencia nos ha enseñado que mantener un operativo tan grande y con tanto personal involucrado (siete mil soldados y policías que saldrán a patrullar) durante largo tiempo es sumamente costoso. Y cuando esos refuerzos de lujo se cansen o falten los recursos para mantenerlos en las calles, regresaremos al problema sin resolver de contar con policías mal pagados y peor motivados, muchos de ellos “vagos” que no hacen nada, y demasiados en disposición de un día ponerse el uniforme de policías y al día siguiente ponerse el de delincuentes.