DE SEÑAL A SEÑAL
Haití, la literatura para compartir

<STRONG>DE SEÑAL A SEÑAL<BR></STRONG>Haití, la literatura para compartir

Es difícil decir lo que se entiende por literatura haitiana; sin embargo, un punto de partida es afirmar que Haití es una nación en la que han nacido y se producen grandes obras literarias. Haití conoce entre 1915 y 1934, periodo de la ocupación americana, un movimiento literario de importancia llamado “El Indigenismo”, agrupación de intelectuales y de escritores que se consagran en defender “la haitianidad”.

Un movimiento que a través de la obra de Jean Price-Mars “Así hablaba el tío” presentará al mundo los componentes de la cultura haitiana. Pero, más allá de esa obra de corte y reseña sociológica y antropológica, los escritores de Haití se van a revelar al mundo con otras obras mayores como “Los gobernadores del rocío”, de Jacques Roumain, y “Mi compadre el General Sol”, de Jacques Stéphen Alexis. Estas dos novelas marcan indiscutiblemente una característica específica de la novela haitiana contemporánea.

 En la obra de Jacques Roumain nos encontramos frente al conocimiento profundo, minucioso y etnográfico del pueblo mayoritariamente campesino de Haití. Estamos frente a una novela fundadora de la literatura haitiana escrita en una lengua francesa eficiente y sobria.  Casi veinte años después, Jacques Stéphen Alexis nos lleva al mundo de la realidad socioeconómica cruel y amenazante de un pueblo cada día más paupérrimo y condenado a condiciones de trabajo inhumanas para poder sobrevivir. Alexis maneja la narrativa entre la pulsión del sueño y la conciencia social, dejando una obra desgarrante que evoca con maestría la dureza de los años 50 y 60.

Todos los lectores latinoamericanos lograron concientizarse por Haití gracias a las obras literarias de estos dos autores. Ellos, tanto Roumain como Jacques Stéphen Alexis, pusieron en evidencia la existencia de un pueblo. Sus obras marcaron un giro fundamental en la historia contemporánea de Haití, pues a través de ellas y con ellas, el pueblo valiente que se atrevió a fundar la Primera República Negra del Nuevo Mundo, encontró eco y solidaridad internacional gracias a estos dos escritores comprometidos con el devenir de la sociedad haitiana. Ni la dictadura de Papa Doc ni la de Baby Doc pudieron silenciar las voces literarias de Haití.

El exilio se convirtió en una fuerza. En Canadá, Emile Ollivier, Dany Laferriére, junto a los poetas y novelistas Antony Phelps, Serge Legagnur y Joel Desrosiers escriben desde Quebec obras que trascienden a nivel internacional. De igual manera, en Francia, René Depestre, Jean Metéllus, Jean-Claude Charles, contribuyen a la producción literaria de las mayores casas editoriales desde los años 80. La creación literaria en Haití ha sido siempre un arma cargada de fidelidad con la nación haitiana, con el pueblo de Haití, con sus acontecimientos y con sus circunstancias. Los escritores de Haití han contribuido y siguen contribuyendo para que Haití sobreviva y se mantenga en alto. Hoy día, después del 12 de enero, los escritores haitianos de la diáspora y del país, tierra adentro, luchan, se solidarizan con las circunstancias y contribuyen en dinamizar la esperanza y el futuro de su pueblo.

Debemos también resaltar que la literatura de Haití es una parajoda pues a pesar de su alta tasa de analfabetismo, esta nación cuenta con un importante patrimonio literario en francés, a lo que se añade otra paradoja complementaria: existe una literatura haitiana en lengua créole que a partir del siglo XX devino en obligar a los especialistas a tomar en cuenta esas obras.

Esta literatura en lengua créole está escrita por una mayoría de autores que son francófonos, de tal manera, que gracias a ella, la literatura va ocupando más espacio en la nación de Haití, así como la creación literaria en créole gira principalmente en la poesía y en el teatro. De manera, qué se entendería entonces por literatura de Haití, tomando en cuenta los fenómenos migratorios hacia las metrópolis americanas y europeas, lo que obligatoriamente plantea reflexiones sobre el concepto de literatura nacional y que además plantea interrogantes relativas a la identidad.

¿Debemos considerar el territorio, la nacionalidad, la temática o en fin, la lengua? Este debate es amplio y debe llevarse fuera de posiciones sectarias, pues si el primer éxodo correspondió a los años sesenta, emerge a partir del 75-80, una nueva generación de escritores, de origen haitiano que han vivido parte de su infancia en Haití y cuya memoria consiste en nutrir su imaginario.  Este es el caso de Jean-Claude Charles, autor de Manhattan Blues, donde Ferdinand asume: “Soy escritor, esta es mi nacionalidad”. A todo esto, debemos tomar en cuenta autores que emergen escribiendo en inglés o en español por ser jóvenes escritores de origen haitiano, como es el caso de Edwidge Danticat o de Micheline Dussek. Con esta generación emergen profundas mutaciones que intervienen en la creatividad literaria que operan desde las metrópolis del  norte con los aportes de las culturas del sur y que nos ponen a pensar la noción de identidad, que sella en la literatura.

La palabra de las mujeres ha trazado la literatura haitiana tanto en la poesía como en la novela. Mujeres escritoras marcan  la creación literaria desde una perspectiva más psicológica y abordan muy felizmente los planteamientos de la posmodernidad. La obra de Yanick Lahens y Ketly Mars, quienes parecen abandonar las construcciones ideológicas para entrar en particularidades y complejidades del mismo sujeto, ejemplifican la propuesta de la escritora haitiana contemporánea.

La literatura de Haití aparece desde los principios del siglo XIX, siendo a partir de los años 70 del siglo pasado, una literatura que ocupa el mundo y ofrece planteamientos contemporáneos que nos permiten afirmar su fecundidad con autores que cuentan en el movimiento global de la producción literaria. La literatura de Haití es ante todo, la expresión existencial, la expresión de resistencia y de vida de toda una nación. Celebrar hoy la literatura de Haití es una manera de solidarizarse con una sociedad que por encima de las circunstancias históricas, políticas y naturales, representa para el Caribe y para toda América Latina, una nación valiente, forjada en el honor y el orgullo de ser y hacer “patria y cultura”. Celebrar sus autores, celebrar sus obras, es celebrar este digno pueblo.

El taller

Haití, la literatura para compartir

Será celebrado los días 7 y 8 de marzo próximos un evento del Centro de Estudios de la Civilización Francesa y de la Francofonía, de FUNGLODE. Estarán participando en el mismo intelectuales especialistas de la literatura haitiana y caribeña, quienes vendrán desde Estados Unidos, Francia, Canadá y de Haití.  Lecturas escogidas de textos de escritores haitianos serán interpretadas por el actor Orestes Amador y la actriz Isabel Spencer.

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