La fuerte competencia por producir con la mejor relación calidad-precio está concentrando gran parte de la industria del mundo en unos pocos países. Esta tendencia está creando una división mundial entre países productores y consumidores que a largo plazo puede ser insostenible.
Por un lado, los países que están concentrando toda la inversión directa y acaparando la producción industrial, suelen disfrutar de superávits por cuenta corriente y unos niveles de desempleo bajos. Todo lo contrario ocurre con las zonas que sufren el ‘éxodo’ de su industria.
Tal y como explican desde la firma de inversión francesa Natixis, la industria mundial está concentrada en China, Japón, India, otros emergentes de Asia, Turquía, Alemania y otros pequeños países del centro de Europa. Mientras que la Eurozona (excepto Alemania), EEUU, Reino Unido, África y Latinoamérica están sufriendo un proceso de desindustrialización.
«Este proceso es normal: la competencia por atraer industria es fuerte en una situación en la que la demanda global de bienes elaborados ha comenzado a ser débil. No obstante, esta tendencia es peligrosa para los países que se están desindustrializando», destacan desde la firma francesa.
Uno de los peligros de este proceso son los recurrentes déficits por cuenta corriente, que se convierten en un problema crónico y estructural. La baja competitividad del tejido industrial de esos países no logra cubrir la demanda interna, por lo que los agentes económicos terminan endeudándose con el exterior a base de importar.