De tales polvos son estos lodos

De tales polvos son estos lodos

Visto de arriba a abajo y desde su nacimiento, el sistema de Seguridad Social y Salud basado en la Ley 87-01 ha ido hacia el despeñadero porque su liderazgo ha estado de espaldas a los mandatos de la legislación, de la que comenzó a desviarse con una transacción de intereses que en los inicios sacó del modelo la atención primaria, la verdadera puerta de entrada a la asistencia médica para que los problemas de salud más simples y de solución menos costosa propicien una utilización muy racional de los recursos. Luego siguió violándose el esquema: no existe una red hospitalaria única y moderna sino dispersión y autonomías, sin protocolos para supervisar y regular el todo; más la obsolescencia operativa que consume presupuesto en un IDSS pendiente de transformación.

La fosa a la que iría a parar la Seguridad Social es excavada por disparidades de intereses entre administradoras, clínicas y médicos especialistas opuestos a la atención primaria. También por los empleadores que dañan el sistema evadiendo pagos y falseando nóminas para incumplir obligaciones. El manejo que ha torcido el sistema, y el vacío de reglas para castigar evasiones y elusiones, empujan por el camino que conduce al fracaso y las consecuencias las pagan los asegurados por la ineficiencia, insuficiencia y alto costo de los servicios; y sobre los contribuyentes en general, porque sin subsidios crecientes del erario el barco se hundirá más rápidamente.

Policía y cabildo fallan a Santiago

La Hidalga de los 30 Caballeros sigue deslustrada por la falta de limpieza. Perece el tradicional orgullo de la urbe, ufana de diferenciarse por su higiene de otras comunidades municipales afectadas por vertederos callejeros. Las autoridades edilicias de Santiago son ruidosas y efectistas y hasta tienen la osadía de proclamarse socialistas. Les falta lo elemental: saber recoger desperdicios y darles un adecuado destino final.

Por demás, la Ciudad Corazón permanece -según testimonios de honorables santiagueros que velan por los intereses de la comunidad- bajo unos índices de delincuencia que conturban. Homicidios y asaltos. El azote del crimen, que tantas historias desgarradoras arrojó en años anteriores, sigue en la misma intensidad. Las autoridades (municipales, judiciales y policiales) tienen que pasar por un estremecimiento que las haga actuar ya mismo. La digna comunidad de Santiago así lo reclama.

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