Débil de gestión y rendimiento

Débil de gestión y rendimiento

Está visto. Lo más preocupante de un país no reside en que carezca de medios para resolver sus problemas. La frustración más negadora de esperanza es aquella que deviene de un vacío de competencia y de enérgica voluntad para que las cosas caminen bien. Que se sienta un peso específico de gestión que motoriza y mantiene viva conciencia de lo que debe hacerse desde el Estado. No debe ocurrir que un país tenga exceso o duplicación de organismos en algún área, como ocurre aquí en Tránsito, y que sea el de mayor caos y fatalidades en vías públicas del continente. O que se disponga de hospitales por todas partes, incluso con más tamaño de la cuenta; con programas “modelo” de abaratamiento de medicinas y capítulos asistenciales de alto costo y que entonces la descordinación y el pobre desempeño de los servidores deje morir a la gente en índices preocupantes; a parturientas y recién nacidos y a un alto número de quienes contraen virus evitables y curables.

Cuchumil generales y coroneles (más de mil estos últimos) no han logrado una efectiva lucha contra el crimen ni evitado el recurrente estallido de escándalos por tráficos de drogas, ni lo salvan de que, en gruesa asociación, algunos de ellos se pongan al servicio del mal en vez de combatirlo. A veces el Estado parece un árbol que creció en ramas y hojas pero sufre escasez de la savia vivicadora y contundente de gestión que le haga dar mejores frutos.

Omisiones de efecto colateral

Si el Estado no invierte lo suficiente para que el personal de enfermería se profesionalice y con ello provoca que una parte del conglomerado se capacite con esfuerzo propio y calidad académica para luego emigrar, lo que hace el país es exportar un recurso que está necesitando. A ello contribuye también la baja remuneración.

Si las autoridades admitieron alarmantemente que el 80% de las muertes por dengue que hace un tiempo tenían registradas eran evitables, y ahora incurren en un retraso de semanas en actualizar las estadísticas que indiquen a la ciudadanía si los nuevos esfuerzos contra la enfermedad dan resultado, a la pérdida irreparable e injustificada de vidas humanas le está sumando motivos para el desasosiego por falta de certeza sobre la magnitud del problema. Eso de callar no debe contagiarse.

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