De los Servicios de Hoy. Muchos pequeños inversionistas que se dejaron arrastrar por la euforia que las subvenciones a la energía verde generaron en España y otros países europeos, han quebrado o están hoy al borde de la quiebra, en una demostración de lo caro que pueden costar algunas decisiones de inversión.
El diario económico francés Les Hechos revela la historia, en un trabajo calzado con la firma de Gaelle Lucas, de Julián Rodríguez, quien en el 2007 invirtió todos sus ahorros en un parque de paneles solares que se extiende sobre 10 hectáreas de tierra oscura, en los alrededores de Villanueva de los Infantes, en Castilla-La Mancha, región sembrada de molinos de viento más que centenarios. Julián Rodríguez esperaba hacer fructificar su dinero y disfrutar de una cómoda jubilación.
“Actualmente, se tira de los pelos: después de una serie de cambios legislativos, se encuentra al borde de la ruina, al igual que miles de pequeños inversores españoles”, señala el reporte.
Explica que esta es la consecuencia directa de las nuevas normas adoptadas en España para reducir su apoyo a las energías renovables, y absorber progresivamente el «déficit energético» que ponía en peligro la totalidad del sistema energético español.
El diario recuerda que como en otros lugares de Europa, los poderes públicos empezaron subvencionando ampliamente las energías verdes – se gastaron 50.000 millones de euros desde 1998 para favorecer el desarrollo de estos sectores-, sin imaginarse que este apoyo voluntarista acabaría generando tanta diferencia entre el precio regulado de la electricidad y su coste de producción: con 26.000 millones de euros, la brecha se volvió simplemente inasumible, y requería decisiones radicales.
«No fue en la promoción de las energías renovables donde estuvo el error, sino en la manera en que se llevó a cabo: un auténtico fiasco», deplora un experto del sector.
El reporte explica que para entender cómo se ha llegado a esto, hay que retroceder hasta siete años atrás. A principios de 2007, España vivía en la euforia, su crecimiento parecía eterno, el consumo de energía no dejaba de aumentar, cuando el país depende en gran medida de las importaciones de combustibles, los bancos disponían de abundante liquidez y el crédito fluía a raudales…
“Además, el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero mostraba su voluntad de proteger el medioambiente”, afirma el reportaje.