“Delmira Agostini o el otro nombre de la pasión”, un estudio filológico de León David

“Delmira Agostini o el otro nombre de la pasión”, un estudio filológico de León David

A León David no podrá negársele ser el más importante de los prosistas que existen en República Dominicana. Es como si dijéramos un animal literario en peligro de extinción. No solo el polígrafo domina con gran maestría la lengua de Cervantes, sino que se nos presenta como un gran Gargantúa del vocablo. La belleza de su prosa, el ritmo de su decir, no tienen parangón hoy día. Salvo que muchas veces esa asiduidad de la expresión exquisita dificulta ver a la mayor brevedad las ideas que el bardo dominicano, nacido en La Habana, quiere presentarnos. Pero paciencia y calma. Porque al final tendremos un banquete de palabras, de belleza, no falto de sabiduría y de un conocimiento universal.
En este libro que es mucho más que simple obra de crítica, León David se explaya en presentar un ensayo que es a la vez un tratado. Y es ensayo porque, a la manera de Montaigne, es un decir que nunca pierde la irreductible perspectiva, el subrayado personal, la nota particular en la que anida la arquetípica Belleza como suprema aspiración de los poetas mayores.
Es un tratado sobre la poesía y, a la vez, un estudio monográfico sobre una de las principales figuras de la poética hispanoamericana. Y basta de enmarcar lo que no necesita presentación. A ojos vista esta es una obra única, rara en estos tiempos. Un alegato por la poesía y también por el análisis clásico del poema.
Vamos al proemio. En el pórtico se su portentosa obra, León David explica su método. Acto de sinceridad donde el autor busca empinar sus juicios desbrozando por completo varios siglos de combate por el análisis literario. No estoy de acuerdo con sus juicios, cabe decir que estoy parcialmente de acuerdo. No se está hoy día completamente de acuerdo con los clásicos y nunca se podrá estar del todo con los vanguardistas. Pero lo clásico en León David es un ayuntamiento entre la tradición y la modernidad. Basten las menciones, acotaciones, a la crítica de Baudelaire para entender esto.
El método que explica León David, que no puede ser desconocido de quienes lo hemos leído, es el método moderno de análisis literario, unido a la tradición clásica. Y su exposición es un alegato por una poética que es a la vez arte y literatura: arte y poesía. Ya Baumgarten en su libro fundacional inició la estética por la poesía, porque entendía poesía como creación y sensibilidad. Y a la sensibilidad se adhiere León David como náufrago en piélago salado. Al subjetivismo que viene también del idealismo de Platón, filósofo del gusto del autor de “Adentro”.
La unión de la filosofía clásica a la modernidad literaria en el método de León David es de mucho interés porque parte de la idea de que existen objetos bellos más allá de las distintas miradas de los lectores. Pero también de que existe el gusto literario, aunque este se educa. La sensibilidad educada es un tema capital de la modernidad. El refinado sentimiento tendría que llevarnos a leer y admirar las mismas obras o a tener una cierta empatía con las obras que un grupo ha denominado clásicas.
Por consiguiente, la belleza actúa aquí como una idea, una aspiración supra sensitiva, una entidad que existe por ella misma. No existe la idea de un discurso de la belleza o sobre la belleza, sino la existencia de una idea de belleza que construimos como un criterio de suprema verdad. Estoy de acuerdo, pero dudo. Así se lo he planteado en innumerables ocasiones al aeda nuestro. Pero. No hay que esperar que cambie de parecer, es su propia convicción. Y en esta obra el arte y la literatura dialogan y se hermanan en el buen decir.
La aproximación filosófica de León David le da una gran riqueza a los planteamientos que hace en el frontis de su monumental obra. Pero no se queda ahí. Resuelve el espinoso asunto del fondo y de la forma, tema que tanta tinta hizo derramar de los tinteros literarios de entre siglos. También, y esto es sumamente importante, ataca a la nueva crítica que surge en los años veinte y que busca sacar la crítica literaria del impresionismo, del subjetivismo en que cayó gracias a los positivistas, los psicoanalistas, filósofos y otros.
De los cambios que se presentan en la crítica en los primeros años del siglo veinte, León David recupera el expresionismo, al estilo de Benedetto Croce, quien postula que en el arte lo importante es la expresión, asunto que deja de un lado la forma. Y presenta la idea de un conocimiento intuitivo a través del decir poético. Las ideas de Croce tuvieron una larga difusión en el mundo hispánico mientras las escuelas más racionalistas en literatura aspiraron a una ciencia literaria.
Benedetto Croce fue entonces recuperado por la escuela filológica española. Y nos lleva a través de Dámaso Alonso. Pero Alonso, continuando las teorías de Leo Spitzer le agrega a la teoría de Croce a la estilística que tiene dos deudores: la retórica, que nos llega de Aristóteles y que fuera recuperada en la Modernidad y la poética romántica que centra en la originalidad, en la unicidad de las obras y en los giros que el autor da a la lengua para crear objetos artísticos únicos.

Ya ha quedado atrás la predominancia del fondo sobre la forma. Para León David se unen ambas formas, por lo que el materialismo lingüístico parece ganar un punto muy importante. Atrás queda el estudio de la vida del autor y la idea de que es un genio bañado por su época. Y se pone de frente el texto. Y aquí estamos completamente de acuerdo.

La crítica es un estudio textual. Libro en mano, párrafo a párrafo, hoja a hoja, el resultado del ejercicio del criterio debe ser el estudio de los textos. Pero no estamos de acuerdo más allá. Ocurre que en su empeño por defender lo clásico, de traer lo clásico al presente, en su discurso neoclásico, pretende León David tirar por tierra la crítica posterior a la filología romántica, a Dámaso Alonso y Leo Spitzer. Reconozco que he vivido en esas aguas. No las reniego del todo. Las creo pertinentes. Las creo necesarias. Pero una cosa no niega la otra. Todo depende de las preguntas que quisiéramos contestar.

Razón tiene León David quien, cuerda y pica en manos, asedia la fortaleza de la crítica que pretende crear una ciencia de la literatura. Esos esfuerzos llegaron en un momento de crisis de la crítica que León David defiende. Y tuvieron como norte crear un análisis literario más contractivo. Que la crítica tuviera un método que le emparejaba a la ciencia, esfuerzo vano; pero parte de unas discusiones en las que la influencia de la filosofía en los estudios literarios vino a menos a principios del siglo XX debido al empuje de la lingüística. Concurro con León David, no hay conocimiento científico en las artes, es decir, no puede existir una ciencia de la literatura. El conocimiento literario o crítico es una manera de comprender la realidad a través de la mediación de los discursos estéticos. El arte y las obras artísticas se pueden explicar y comprender, como una hermenéutica del otro (continuará).

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