Desaprovechando experiencias: De-Blasio, Grecia y Puerto Rico

Desaprovechando experiencias: De-Blasio, Grecia y Puerto Rico

El gobierno y otras instancias de nuestra sociedad están desaprovechando experiencias de otras naciones al encarar complejidades y urgencias que nos afectan. Prefieren inscribirse en improvisaciones obedeciendo impericias o en rutinas inductoras de inercias y superficialidades, que abanderar creatividad, originalidad y esfuerzo.

Funcionarios gubernamentales e instancias nacionales se han rasgado vestiduras, consumiendo tiempo y energías, ante declaraciones del alcalde de New York sobre boicotear el turismo hacia dominicana por nuestra política migratoria. No ponderan el tratamiento que éste ha dado a inmigrantes de esa ciudad para juzgarlo por lo que hace no por lo que dice, o para identificar contradicciones entre praxis y discurso. De-Blasio implantó un sistema para superar la indocumentación bajo la que viven 500,000 neoyorquinos prescindiendo de su condición migratoria, y/o de su posible modificación, mediante la emisión de un documento solicitado por inmigrantes no vinculándolo a su nacionalidad. Dicho documento puede ser presentado a autoridades, incluyendo policiales, aceptados por agencias municipales para beneficiarse de servicios, incluyendo escuelas públicas, formular denuncias, etc. Algo similar debimos y todavía debemos hacer los dominicanos luego del agotamiento de la regularización implementada sin que se haya resuelto el trasfondo migratorio ni terminado el escarceo internacional. En lugar de rasgarse vestiduras por declaraciones De-Blasio se debió recurrir a él para solicitarle asesoramiento en programas de documentación de haitianos sin que dejen de serlo ni pasen a ser dominicanos; implementándolos a través de empresas a las que prestan servicios para no afectar disponibilidades de mano de obra. Así documentados, enriquecerían la fiscalidad vía tributación y demás cotizaciones y accederían con derecho a servicios que por razones humanitarias habrá que ofrecérseles, como acaba de pedírnoslo el Papa Francisco en su reciente bendición apostólica.

Grecia y Puerto Rico se encuentran al borde de la quiebra originada por excesos de gastos socio-populistas, financiados con préstamos concedidos a sabiendas de la limitada capacidad de repago. A fines de los 80 se quiso imponerle a Balaguer vales o cupones al estilo puertorriqueño que posteriormente fueron adoptados mediante “tarjetas” financiadas con préstamos “generosamente” concedidos, acomodados a políticas de prestamistas, hasta que, llegado el momento, son cobrados mediante rigurosas exigencias. Hoy ambas naciones se encuentran conminadas a pagar acreencias careciendo de disponibilidades, requiriéndose para honrarlas ajustes drásticos y dolorosos desembocantes en protestas sociales y políticas potencialmente afectadoras de paz y orden; y hasta incidentes en su subsistencia como naciones y agravantes del cuadro de crisis observado en el desordenado “orden” mundial. Pero en lugar de aleccionarnos con estas experiencias para detener la vorágine de gastos y endeudamientos provocados por gobernantes irresponsables, seguimos pisándole talones a griegos y puertorriqueños.

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