Descifrando la pedofilia

Descifrando la pedofilia

Tú niño, niña, adolescente… que quizás fuiste o estás siendo víctima de abuso sexual por parte de alguien muy cercano (papá, tío, abuelo, primo, padrastro…) y tienes miedo de contar la situación, presta atención a las siguientes recomendaciones. Callar ante el abuso no es una opción.
“Tampoco es una opción que alguien te toque, te pida guardar secretos o quiera mostrarte material sexualmente explícito”, asegura Arisleydi Sánchez Guzmán, psicóloga clínica infanto-juvenil, experta en abuso sexual infantil.
Ella asegura que la primera señal para que un niño o adolescente pueda identificar a un depredador sexual es la sensación de rechazo que le provoca el contacto con cierta persona. Explica que el cuerpo y cerebro emiten señales cuando no se está a gusto con una persona, cuando alguien nos abraza, pero no nos gusta la forma en que lo hace. No hay una explicación lógica, pero si al cuerpo no le gustó ese acercamiento, hazle caso.
Cita como segunda señal cuando alguna persona quiere acercarse con demasiada confianza o muestra mayor interés en ti como niña, niño o adolescente. Puede empezar a dar “consejos”, o querer hacerte creer que tienen una “relación especial”, que te quiere más que a los demás (hijos, nietos, sobrinos…).
Luego viene la parte del secreto “lo que yo te diga o lo que pase entre nosotros es mejor no decírselo a nadie”…
“El agresor utiliza mucho el hecho, supuestamente, de no querer preocupar a los padres, queriendo de este modo hacerle creer a su víctima que lo está protegiendo. El menor debe saber que no le corresponde proteger a ningún adulto, ni guardarle secretos”, enfatiza Sánchez.
El abusador va a demostrar que papá y mamá le tienen confianza, para luego utilizar este argumento como una herramienta de que si hablas, no te van a creer.
Otro punto a considerar por parte de los menores, según detalla la especialista, es que cualquier persona que le induzca de manera directa o indirecta a una conversación de índole sexual, le lleve más de cinco años y quiera tener una relación demasiado cercana, que le diga o manipule con amenazas de que le va a pasar algo, que le quieran enseñar cosas, o lo quiera llevar a lugares privados para enseñarle algún tipo de material; así mismo, alguien que quiera recibir mucha información sobre la familia, horarios, rutinas… es un posible abusador sexual.

Perfil del abusador. La especialista en este tipo de abusos describe a esta persona como alguien para nada impulsivo en ningún contexto. El abusador se maneja tranquilamente.
Explica que contrario a lo que se cree, la pedofilia no está tipificada como una enfermedad mental, porque la persona tiene total consciencia de lo que está haciendo y cómo va a lograr sus objetivos para no salir perjudicado él, independientemente del daño que le esté haciendo a las personas a su alrededor. En este punto, la especialista detalla que la pedofilia está dentro de las perversiones sexuales.
Sánchez precisa que en primera instancia, inciden en el abuso sexual infantil factores psicológicos, afectivos y emocionales.
Cuando el abuso viene de parte de alguien del núcleo familiar, la víctima suele tener una confusión al creer en el abusador y no saber claramente qué es lo que está pasando. Entonces se confunde entre las señales que emite su cuerpo de desagrado y como su cerebro racionaliza que es alguien cercano que se supone que no le hará daño.
“Esto crea mucha confusión en un niño o niña que no tiene experiencia en lo que es la sexualidad y también produce otro nivel de silencio”, advierte.

Fases del abuso. El abuso se divide el dos fases importantes. La primera es “cuando no existe tocamiento directo”, más bien, el abusador se basa en mostrar material pornográfico, exponer discursos de índole sexual contándole experiencias o haciéndole preguntas. Con esto busca desensibilizar al menor ante lo que viene, normalizarlo y evitar que se asombre demasiado para que no reaccione de manera impulsiva por miedo. El otro es cuando hay contacto físico, que es cuando el abusador sexual entiende que ha pasado un tiempo suficiente y que ya tiene controlada, manipulada y engañada a su víctima; entonces pasa a tocarle sus partes íntimas, realizarle sexo oral o quitarle la ropa. Luego viene la masturbación o penetración. Cuando se llega a este punto, el abuso lleva mucho tiempo realizándose, ¡alerta!.

Alertas importantes para los padres

Lo primero que los padres deben tener claro es que cualquier miembro de su familia puede ser un abusador sexual. “Mientras más nos cerremos a la idea de que en mi familia eso no va a ocurrir, más vulnerable se va a estar, dejando pasar por alto algunas señales o no estando alerta”, advierte Sánchez.
Lo primero que el abusador utiliza a su favor es la confianza y el conocimiento que tiene de antemano de la víctima y de la familia.
Los abusadores suelen saber cómo es la madre o padre, cuándo no van a estar en el hogar, qué decirle a la madre para también engañarla… Otra artimaña es que se muestran colaboradores en la casa y con los hijos ajenos (en el caso de los padrastros), aceptándolos demasiados o “queriéndolos mucho”, dándole consejos a la madre sobre la crianza de estos, así como estando también muy disponible para ayudar.
“Esto, a su vez, es para poder confundir a su víctima cuando empiece el proceso de seducción y engaño”, asegura la experta.
Sobre las señales que emiten los niños abusados, la psicóloga indica que depende mucho de la edad. Los más pequeños dan señales más notorias mediante el lenguaje “sexualizado” no adecuado o con el juego de manera sexualizada, ya sea con muñecas, muñecos o con niños que tengan cerca. Esta conducta se conoce como ‘la cadena del abuso’, que consiste en repetir lo mismo que les hacen a ellos. Inmediatamente los padres vean esto, es porque es muy probable que haya alguien mayor que esté abusando de este niño.
Los adolescentes, en cambio, tardan en hablar. Mientras más cercana es la persona, más será el tiempo que tarden en decirlo. El adolescente piensa en factores como que va a ser su responsabilidad que la familia se rompa, en cuáles repercusiones legales va a implicar esto… Piensa también en cómo podrían sentirse sus padres si habla y en que sus hermanitos se van a quedar sin su papá. Estas situaciones provocan el aislamiento del adolescente, quien además puede tener sintomatología depresiva y cuando se le pregunta, no tiene una explicación lógica. Ocurre un cambio en el comportamiento y pueden aparecer ideas suicidas, al no saber cómo lidiar con la situación.

 

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