Desde las escalinatas al hemiciclo

Desde las escalinatas al hemiciclo

A Adriano Espaillat.
Ahora que vuelves a Washington José Francisco, ahora que, desde el Congreso de los Estados Unidos, a propuesta de Adriano Espaillat, tu nombre y el homenaje, estarán registrados en las publicaciones del Congreso de los Estados Unidos. Ahora que no están detrás de ti los cientos de dominicanos que en 1973 te acompañamos en la “Marcha del Silencio”. Ahora que tu historia te lleva al hemiciclo, no podemos olvidar que lo hizo posible la Reforma Constitucional, que bajo tu impulso, facilitó que miles de dominicanos, sin prejuicio de doble nacionalidad, ejercieran el voto, y que algunos de los que te acompañamos aquella tarde de 1973 estemos vivos para saberte reconocido en el Hemiciclo del Congreso y no de pie, detenido en las escalinatas del Capitolio, denunciando y reclamando el respeto a la vida de los dominicanos.
“La Marcha del Silencio” a Washington:
Al inicio 1973 se había incrementado la violencia desatada después de la reelección de 1970, situación que demandó del PRD y su líder, Juan Bosch, la organización de una campaña de denuncia internacional que la paralizara.
En Europa, reconociendo su división ideológica, estarían al frente el Prof. Juan Bosch, Narciso Isa Conde y José Francisco Peña Gómez, quien además debía trasladarse a los Estados Unidos a encabezar esa misión. Por razones familiares y por estar dirigiendo la reorganización de la Seccional de Nueva York vivíamos en esa ciudad.
Terminada en Europa las visitas a las naciones vinculadas a la socialdemocracia, llegó José Francisco a Nueva York y encontró una seccional renovada por una convención ejemplar que eligió presidente a Cosme Pérez y estaba lista para cumplir su tarea: “La Marcha del Silencio”.
En la primera reunión se otorgó mucha importancia al trabajo mediático y teniendo guardadas las devoluciones del periódico “El Nacional”, que distribuíamos, se decidió iniciar un proceso de recorte sobre tres temas:
1.- Abusos contra la Prensa.
2.- Nacimiento de la banda con sus resultados (muertos y agredidos).
3.- Situación de la democracia en la República Dominicana.
Se compraron 10 tijeras, se estableció un método de trabajo y fueron los cortadores José Francisco Peña Gómez, Roberto Fernández, Joaquín Basanta, Rafael Trinidad, Cacique y Edita Reyes, su esposa; Isabel Rodríguez y creo que a veces Purita Sánchez o Baby del Villar y Milagros, entonces de Basanta.
Las copias y la encuadernación serían responsabilidad de los compañeros, sobre todo de los que trabajaban de noche limpiando edificios, y eran muchas, porque era mucho lo que había que denunciar. Sin ellos no hubiese sido posible lograr 100 ejemplares de cada tema. Roberto Fernández fue soporte de esa operación. Pero inmenso fue Luis Graveley que hizo las portadas y la encuadernación. Nunca hubo en esa seccional un militante de formación ideológica y de trabajo constante como el compañero Graveley.
En las noches José Francisco visitaba los locales de la seccional: motivaba, instruía. En algunas tardes o mañanas visitaba los grandes medios de la prensa norteamericana, explicaba aquellos textos y los dejaba en el escritorio de los más reconocidos periodistas. A las Naciones Unidas llegamos a través de Homero Luis Hernández, entonces asistente del Secretario General. La televisión hispana era el medio de comunicación con las y los dominicanos.
Ya en marcha, la convocatoria se decidió hacer en el sótano del edificio que administraba Pablo Reyes, Cacique; una cruz con el nombre de cada dominicano muerto. Y fueron muchas las cruces, como invaluables los reportes periodísticos de “El Nacional”.
El sábado 18 de septiembre, 18 autobuses y más de 100 carros nos dirigimos desde Nueva York a Washington. Los participantes contribuyeron con US$150.00 (ciento cincuenta dólares) que incluía transporte y alimentos.
Cuando descendimos a la avenida rumbo al Senado, cada uno llevaba en sus manos una cruz con el nombre de un desaparecido o asesinado. La organización y el despliegue fue extraordinario. La marcha se detuvo en las escalinatas del Senado. Pero el sonido y la presencia de la prensa estaban previstos. Los amigos liberales ayudaron, estaban alertas. Entonces su voz de denuncia repercutió en los Estados Unidos y el mundo, Incluso, no solo disminuyó la violencia en la República Dominicana, esa “Marcha del Silencio” inició una nueva etapa para Joaquín Balaguer. Lo que denunciaron como injerencia les obligó a cambiar.

Yo no puedo dejar de enlazar “La Marcha del Silencio” con el reconocimiento a José Francisco Peña Gómez este 23 de mayo en el Capitolio del Congreso de Estados Unidos, lo imagino caminando más allá de las escalinatas y oír, a su entrada al Hemiciclo, su nombre, como si hubiera sabido desde siempre, que vivo o ausente, José Francisco, habría de volver.

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