Desde los Tejados

Desde los Tejados

¡Denles ustedes de comer!

Una multitud sigue a Jesús hasta un territorio despoblado. El día y el hambre avanzan. Los discípulos le susurran a Jesús: “Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y encuentren de comer”. La respuesta del Maestro nos sigue desconcertando hasta el día de hoy: — ¡No hace falta que se vayan, denles ustedes de comer!

Jesús no fomenta ninguna forma de clientelismo. Más bien, el Maestro nos responsabiliza del hambre ajena a todos los que tenemos recursos.

Ante la necesidad ajena hay dos actitudes: una egoísta, “eso no me concierne”, otra responsable, “ese ser humano en necesidad es mi hermano”.

A finales del siglo XIX, las élites económicas vivían ilusionadas con el progreso que tanto les beneficiaba. León XIII les enrostró a los católicos esta situación: “la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría” (Rerum Novarum 1).

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Nunca como ahora las diferencias sociales han sido tan hirientes entre nosotros.

Por eso, todo certamen electoral debe ser austero y apegado a una ley de partidos para no insultar a las mayorías que apenas sobreviven. Apoyemos al que cree puestos de trabajo bien pagados, al que siembre y exporte. La desesperación es mala consejera y los que no juegan acaban rompiendo todas las barajas.

Se predica como meta el pasarlo bien. Necesitamos con urgencia un liderazgo capaz de enfocar los esfuerzos, consensuar las prioridades y administrar los recursos honestamente.

El milagro, no fue tanto que el pan y los peces alcanzasen, sino que la gente los entregara para ponerlos en manos de Jesús.

Una nación de egoístas irresponsables dura un ratico.

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