Desórdenes  y coacciones

Desórdenes  y coacciones

Un servicio público esencial  que engloba los transportes de pasajeros y carga es brindado por desordenados prestadores privados  bajo condiciones  negativas al margen de lo que con alcances muy limitados constituyen el Metro de Santo Domingo y la Omsa, que dicho sea de pasada, tiene más vehículos arrumbados, destruidos antes de tiempo, que en uso. En las calles y carreteras  por los que discurre la prestación de transporte que la ciudadanía paga, se  imponen  la violencia  de los grupos de choferes que se consideran dueños de las rutas, que utilizan  vehículos inadecuados para la colectivización o en pésimo estado, y que en ocasiones se disputan el predominio en la circulación a palos, piedras y tiros. Transporte y anarquía son sinónimos, y así como en  sitios de África existen los  “Señores de la guerra” que hacen valer sus decisiones por encima de los Estados, en las vías de aquí se imponen los “Señores de los sindicatos”.

 En el renglón del acarreo de mercancías y materias primas con inclusión de los puertos, la libertad de tránsito, constitucional y universal, es letra muerta. Las empresas no pueden, ante la falta de autoridad, planear su producción con aspiraciones de eficiencia y reducción  de costos, ni organizarse  para que el movimiento de carga  propio abarate operaciones. Por sobre la Carta Magna,  leyes, Fuerzas Armadas y Policía Nacional, unas camarillas sindicales de camioneros son las que mandan.

Cercanía que da frutos: Haití-RD

La intención muestra firmeza. República Dominicana y Haití podrían ofertar destinos turísticos en conjunto. Ellos allá con sus atractivos y particularidades, y nosotros aquí con los nuestros.  La  complementariedad es viable  por  carreteras, así como  la llegada de cruceros en itinerario común. En Haití hay facilidad  portuaria para    turistas lejos del desastre que dejó  el terremoto.

La cercanía con Haití  da provechos. Muchos extranjeros con asiento en el vecino territorio pasan buen  tiempo en nuestra  República. Un primer ministro de allá, en realidad residía aquí.  La verdadera retaguardia de la ONU, con soldados y civiles, queda de este lado. Aquí gastan y despachan atraídos por buenos  servicios que demandan, incluyendo clínicas de primera. Haití es buen negocio para algunos y no hay edificio grande  o pequeño, ni abundantes frutos de exportación del país  que no  hayan pasado a todo dar por manos haitianas.

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