Despiden al periodista Rafael Molina Morillo con emotivo acto

Despiden al periodista Rafael Molina Morillo con emotivo acto

El consagrado periodista José Rafael Molina Morillo hizo ayer su última visita al periódico El Día, que fundara y dirigiera durante 15 años, para ser despedido con un homenaje póstumo.
En el acto de despedida, además de su familia, estuvieron presentes la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández; el presidente del Grupo de Comunicaciones Corripio, José Luis (Pepín) Corripio Estrada, ejecutivos de los diarios Hoy, El Nacional, El Día y Listín Diario; empleados y redactores de los medios del grupo y directores de otros medios.
También funcionarios, empresarios, intelectuales, jueces, dirigentes políticos, miembros de la Junta Central Electoral y amigos que lloraron su muerte ocurrida el pasado sábado, a la edad de 87 años.
El féretro con el cadáver de Molina Morillo llegó al parqueo de los periódicos Hoy, El Nacional y El Día a las 12:00 meridiano.
Allí lo esperaban varias generaciones de periodistas, con muchos de los cuales compartió en las redacciones.

Corripio Estrada afirmó que “con su ausencia se completa la terminación de un ciclo de grandes maestros en el periodismo”.
La primera guardia de honor ante el féretro contentivo de sus restos la realizaron la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, Pepín Corripio, su hijo José Alfredo Corripio y Jorge Tena Reyes, historiador y asesor de la Fundación Corripio.
Luego, los hijos de Molina Morillo: José Antonio, Amelia, María Alicia y Silvia María Molina Espaillat.
Fueron seguidos por los directores de los periódicos Hoy, Bienvenido Álvarez Verga, y El Nacional, Bolívar Díaz Gómez; los subdirectores de Hoy, Nelson Marrero, y El Día, José P. Monegro.
También hicieron guardia de honor Nuria Piera, directora general de NCDN; el administrador de los periódicos Hoy, El Nacional y El Día, Juan Carlos Camino; los subaministradores de esos medios Pilar Albiac y Carlos Gómez.
Casi todos los ejecutivos del Grupo de Comunicaciones Corripio hicieron guardia de honor ante el cuerpo del hombre recto, justo y solidario que ejerció el periodismo por más de seis décadas: sus hijos, nietos y otros familiares; periodistas y empleados de estas empresas, mientras una orquesta de cámara interpretaba música de Mozart, Vivaldi, Bach y otros clásicos

Así comenzó la despedida del periodista que se queda entre los lectores de sus libros, de su columna “Mis Buenos Días”; del abogado que ayer entristeció a al alguacil Ramón Vargas, de los años 70; del catedrático, del diplomático, pero sobre todo, del periodista que se consagró desde muy joven para defender la libertad de expresión.

En la ceremonia de despedida, el responso estuvo a cargo del vicario de Santo Domingo Este, monseñor Ramón Benito Ángeles, quien valoró la trayectoria del Premio Nacional de Periodismo 2010, graduado de abogado en 1953, que obtuvo su primer empleo en 1948, en el periódico El Caribe, el que dirigió años más tarde; al igual que Listín Diario, la revista Ahora, fundada por él tras la caída de la dictadura trujillista, y que alcanzó la presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Molina Morillo pensó en todo antes de morir, incluso, escribió una carta a sus hijos, que pidió que leyeran después de su deceso y en la que les pide: “que cuiden a ese ángel que se llama Francia (Espaillat, su esposa), que se junten siempre y se mantengan unidos”.
Este periodista constante, en su libro “Mis Recuerdos Memorables”, publicado en febrero de 2013, escribió en la parte final: “Este libro se ha terminado. Pero mi vida no. Siempre pienso que todavía puedo aportar algo para el bien colectivo, y con esa convicción comienza y termina cada día de mi existencia”.
Al recibir el Premio Nacional de Periodismo, en el año 2010, Molina Morillo declaró que el ejercicio del periodismo, al que llevaba dedicados 62 años de su vida, iba parejo, “cuando se toma, en serio, con un compromiso equivalente a un sacerdocio, a un matrimonio sin divorcio con la libertad, para que todos podamos expresarnos libremente en busca de la verdad”.
Vida cargada de paradigmas. El obispo Benito Ángeles, vicario de Santo Domingo Este, ofició el responso al periodista que deja el legado, reconociendo que deja huellas, testimonios, entregas, con toda una vida cargada de paradigmas a imitar y, al mismo tiempo, de valores cultivados, aun en medio de profundas pruebas en el caminar de su existencia.
El religioso aconsejó darse la oportunidad para dedicar dentro de las expresiones de solidaridad fraterna, confiada por ante y esperanzadora.
“Este es un momento de oración, cargada de esperanza. Una vida fecunda en la tierra ha de recibir el premio de su fecundidad espiritual en esa dimensión de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, por el amor genuino de Dios a cada criatura”.
Monseñor Ángeles destacó el servicio de Molina Morillo en su vida personal, familiar, profesional y, sobre todo, desde el periodismo, seguro de que Dios lo recibe como paradigma, intelectual, por su simplicidad, trato humano y sus virtudes que quedan selladas.
José Antonio Molina Espaillat. “Para nosotros, sus hijos, papi era un trabajador honesto, optimista, amoroso, divertido y muy apoyador. Nunca nos dio una pela.. No, él daba esos boches bajitos, sin alterarse, que dejaban a uno pensando un buen rato… Y pidiendo que por favor, la próxima fuera una pela”, este es el testimonio de vida íntima que confesó su hijo mayor que tenían con su padre, al hablar en nombre de su madre, Francia Espaillat; de sus hermanas y de los nietos.
Molina Espaillat contó lo adorada que resultaba para su padre la avenida San Martín 236, dirección del periódico El Día y agradeció el cariño y el trato que recibió la familia de Don Pepín y de su esposa, doña Ana María, y de sus hijos Manuel y José Alfredo. Extendió las gracias a los colaboradores indispensables, de su padre y por organizar la última visita de su madre a José Monegro, Juan Carlos Camino, Pilar Albiac; a José Vinicio Grau, de El Día, y al chofer de su padre durante los últimos tres años, Reyes Montaño, con quien conversaba temas del acontecer durante el tiempo que se desplazaban en el automóvil. “Gracias por proporcionarle al Doctor Molina su hábitat natural y preferido del mundo: un periódico donde trabajar”.
No quiso hablar de su padre en las trincheras del ejercicio periodístico, sino del “mejor esposo, papá, abuelo y ejemplo de vida”.
Describió que para Francia, su madre, Rafaelito era su compañero de vida, inseparable de su lado desde que se casaron a los 18 años en La Vega. Lo describió como luchador, defensor empedernido de la libertad de expresión, aunque le reclamaba a Francia que en las reuniones de familia no lo dejaban hablar, porque no subía la voz, ni discutía.
Sus nietos, para quienes fue su inspiración, lo llamaban Lelo. Su familia afirma que Molina Morillo buscaba una razón para sonreir; fue un ejemplo de perseverancia hasta el final, con dignidad y decoro.
Su hijo expresó que la carta a la familia, escrita en su inseparable máquina “Mac”, la redactó en septiembre del año pasado, una carta de despedida, “llena de instrucciones y detalles de cosas que debíamos de hacer, y de mucho amor”.
Su nieto. Omar Polanco Molina le dijo a su abuelo que está seguro de que en el cielo disfrutan su bondad y alegría. Lelo, “mientras aquí, te echamos menos”.
Le agradeció sus enseñanzas. “Cómo se puede ser un comediante sin importar la edad, y que sin importar la situación siempre hay un espacio para un poquito de felicidad”. En su abuelo no vio que los años fueran excusas para el trabajo y le agradeció que fuera un profesor que los enseñó a vivir.
Corripio Estrada. Las últimas palabras del adiós a Molina Morillo las expresó el empresario José Luis Corripio Estrada (Pepín), quien dijo de él que puso huellas indelebles sobre un pedestal de bronce en el periodismo dominicano.
Señaló Pepín Corripio que hay referentes importantes de periodismo, tanto en el presente como en el pasado, pero pocos han sentado escuela en el periodismo dominicano y, como se ha dicho, su escuela no ha sido solamente por su capacidad y sus conocimientos, y la idoneidad y la veracidad de sus opiniones, sino, por el ejemplo que hizo en un tiempo totalmente adverso para practicar esas virtudes.
“Todo empezó aquí y todo termina aquí”, dijo Corripio Estrada.
Declaró que pocos saben que Molina Morillo, en cierta forma, fue el creador del Grupo de Comunicaciones, y quizás murió ignorándolo.
“Él abrió las puertas para la creación de este Grupo, que esperamos que sea consecuente con su ejemplo y con sus virtudes”. Recordó que cuando Molina Morillo le dio la oportunidad de participar en su hijo preferido: el periódico El Nacional y la revista ¡Ahora!, tuvo un acto de confianza, pensar que él podía ser relevo de esa carrera, por lo que no tiene forma de agradecerle la confianza”.
Manifestó que como la historia se repite, Molina Morillo volvió a la San Martín (avenida), dando su última despedida”, una despedida especial, porque mucha gente pasa por el mundo y nadie les echa de menos, pero él hará mucha falta, no solamente a la sociedad y al periódico, sino a todos los que le conocieron y a los que les enseñó la práctica correcta del periodismo con su propio ejemplo. “Yo, pierdo un amigo entrañable, que estaba incluido en el concepto de la familia”.
Exhortó a las nuevas generaciones a seguir las enseñanzas profesionales, morales y éticas de Rafael Molina Morillo, enseñanzas y comportamiento que le harán mucha falta, siendo el mismo que conoció desde los años 60.
Pepín Corripio dijo que estaba seguro de que preparó al personal de El Día para seguir sus enseñanzas.
“Esperamos que su ejemplo sea un referente para todo el periodismo dominicano y que sus huellas sean respetadas y reverenciadas”, concluyó Corripio Estrada.

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