En nuestra entrega del 21/2/15, nos quejábamos amargamente de nuestra inconformidad con la exigua o ninguna atención que se le dispensa a las denuncias y situaciones que de un modo u otro afloran en los medios de comunicación escrita, electrónica, radial o televisiva, ya que al parecer se pretenden ignorar las mismas, aduciendo los funcionarios gubernamentales la poca credibilidad que merecen, tanto las personas físicas como las jurídicas. Nada más falso y razonaremos por qué.
En el Sur profundo se establecieron varios parques y reservas científicas tales como: Parque Nacional Enriquillo e Isla Cabritos y la Reserva Científica Loma Charco Azul, entre otras. En las citadas y en sus inmediaciones, se están llevando a cabo el corte o tala de árboles en el bosque seco, para la elaboración de carbón vegetal, sin que las autoridades dependientes del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales –no obstante las reiteradas denuncias– tomen medidas para impedir tal depredación que afecta el hábitat de la iguana Ricord (cyclura ricordi), endémica de la zona y considerada en peligro extremo de extinción.
Al parecer, los burócratas del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, o no conocen su oficio o están en contubernio con los propiciadores del corte de árboles para la producción y venta del carbón vegetal ya que ambas áreas están protegidas y definidas en el Decreto 571 de 2009; formando parte de las áreas núcleo de Reserva de la Biosfera, decretada por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el año 2002.
Por si acaso Medio Ambiente o sus inspectores forestales no tienen conocimiento de ello, la Ley No. 64-00 define las áreas protegidas. Pero con su apatía, parece que los mismos no tienen conocimiento de que las leyes entran en pleno vigor, una vez hayan sido promulgadas por el Poder Ejecutivo e inscritas en la Gaceta Oficial.
Dentro del Grupo Ecológico Jaragua que se ocupa de esa zona, los ambientalistas Ernst Rupp y Yolanda León, han sido reiterativos en denunciar esta tala indiscriminada de árboles para ser convertidos en carbón, afectando, tanto la fauna como la biosfera y poniendo en peligro de extinción varias especies, que solo se encuentran en esta zona al ser su hábitat natural.
¿Pero qué hacen con el carbón? Una red bien organizada dirigida por dominicanos más trabajada por ciudadanos haitianos, ensacan el carbón y utilizando el Lago Azuey lo trasladan en rústicas embarcaciones para el mercado de las principales ciudades haitianas. Otra parte, se destina, aunque ustedes no lo crean, para la exportación legal, aunque la procedencia sea ilegal. ¡Paradojas de nuestro país!
Para realizar estas imperdonables acciones que podrían calificarse de criminales, los dedicados a este lucrativo negocio cuentan con el apoyo de los altos militares de la región, no obstante el Grupo Jaragua haber hecho los emplazamientos correspondientes, hay generales que apoyando a los traficantes –vulgares y rastreros depredadores– que deberían estar en prisión, al cometer crímenes que podrían calificarse de lesa humanidad.
Como en nuestro país cuando suceden barbaridades como esta sólo nos queda apelar al señor Presidente de la República, emplazamos al licenciado Danilo Medina para que disponga el cese de ese tráfico ilegal de carbón, ya que su ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales ha sido incapaz de hacer valer su autoridad, o tal vez, como no es una persona ducha en la materia -comprobado con el incendio forestal de la Cordillera Central-se ponga de parte de estos militares y “padres de familia” que siempre ha sido motivo de excusa para escudarse de su propia incompetencia.
Presidente Medina, usted ha demostrado por las visitas sorpresas que realiza los fines de semana, que ha sido un preocupado por la conservación y protección de nuestros recursos naturales, a la vez que proporciona fondos a los criadores de diferentes especies de animales, aves de corral y acuicultura; en tal virtud, póngale un alto a esta devastación para que nuestros hijos y nietos no encuentren en el futuro un territorio desértico como el haitiano, lo cual ha motivado un éxodo hacia nuestro país. Así como se magnifica la expresión “lo bueno no se cambia”, lo mismo debería aplicarse para “lo malo sí se cambia”.