Hay muchos motivos para tener una posición bajista respecto de los bonos gubernamentales de los Estados Unidos. No pagan casi nada, la Reserva Federal quiere subir las tasas de interés y las firmas administradoras de dinero están convencidas de que son demasiado caros. Nada de eso le importa demasiado a Steven Kurashima.
La semana pasada, el contador de 58 años y su asesor financiero destinaron más dinero a deuda estadounidense.
Si bien necesita que sus activos crezcan para pagar los estudios universitarios de sus dos hijos, Kurashima decidió tomar ganancias de acciones luego de que éstas experimentaran un ascenso vertiginoso en los últimos seis años.
Ese capital tiene especial importancia ahora que se acerca el momento del retiro.
“Quiero preservar capital”, dijo Kurashima desde su oficina en Irvine, California. “Es hora de poner dinero en algo un poco más estable”, sostuvo.
No es el único. JPMorgan Chase Co. dice que los pequeños inversores como Kurashima podrían volcar US$350.000 millones a fondos de deuda en todo el mundo este año, lo que se sumaría a los US$3 billones que ya han destinado a bonos desde 2008.
Para el mercado de bonos del Tesoro de los Estados Unidos, esa fuente de demanda resulta crucial para poner límite a rendimientos que sirven como referencia global para billones de dólares de deuda, sobre todo en momentos en que los bancos centrales extranjeros reducen sus propias compras y los economistas dicen que la Fed pondrá fin a su política de tasas cero en septiembre.
En las subastas de deuda de este año en los Estados Unidos, los fondos de inversión en bonos han comprado un récord de 43 por ciento de nuevas emisiones de bonos del Tesoro, indican datos que recopiló Bloomberg, lo que puede compararse con un promedio de 26 por ciento en los cuatro años anteriores.
‘Dinero tonto’. A los conocedores de Wall Street podría resultarles tentador minimizar la demanda en términos de “dinero tonto” que marca un pico inevitable del mercado. Después de todo, un récord de 85 por ciento de inversores profesionales consultados en una encuesta de Bank of America Corp. que se dio a conocer este mes dijo que los bonos estaban sobrevaluados.
Por otra parte, los rendimientos de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos de todos los vencimientos –desde tres meses hasta 30 años- han declinado en 2015.
De todos modos, no hay elementos que sugieran que las personas buscan ganancias a ciegas.
A pesar de que los inversores de los Estados Unidos hayan destinado más dinero a fondos de deuda desde la crisis financiera, sus asignaciones como proporción del total de activos de los fondos de inversión en realidad han disminuido en los dos últimos años a 21 por ciento conforme el valor del mercado bursátil ascendía a más del triple, indican datos que recopiló JPMorgan.
Ese porcentaje se acerca al promedio histórico y está aún muy por debajo del nivel más alto en 25 años, que fue de 31 por ciento en 1992, lo que sugiere que el desplazamiento hacia los bonos puede continuar.
“Es posible que opten por los bonos porque son el mal menor”, manifestó Kathy Jones, una estratega de renta fija de Charles Schwab Co., la firma operadora de San Francisco que tiene activos de clientes por US$2,5 billones.