El dinero que mueven los productos falsos en el mundo equivale al 2,5% del conjunto de los intercambios comerciales.
Es lo que se desprende de un informe conjunto de la OCDE y de la Oficina Europea de la Propiedad Intelectual (Euipo) –organismo europeo con sede en Alicante–, presentado ayer en París.
La UE es el mercado donde este fenómeno es más visible. El 5% de las importaciones que llegan al Viejo Continente son bienes falsificados y suman unos 85.000 millones de euros.
La penetración de los productos falsos en Europa es, en proporción, el doble que en el resto del mundo.
Un estudio anterior de la OCDE había estimado el peso de la falsificación en las importaciones mundiales en una cifra más modesta, el 1,9%, lo que correspondía a unos 177.000 millones de euros. Esto significa que el valor de los bienes pirateados se ha más que duplicado en cinco años.
“Los titulares de los derechos, los gobiernos y la economía formal en su conjunto sufren pérdidas económicas y sociales. Estas cifras dan a entender el poder financiero de las redes criminales detrás de este comercio ilegal, que se ha convertido en la mayor amenaza para cualquier economía moderna basada en el conocimiento”, afirma el informe.
Cuando se infringe la propiedad intelectual, se copian marcas, diseños industriales, patentes o derechos de autor. En el 95% de los casos los bienes decomisados son por infracciones del derecho de marca (cuando se trata de patentes industriales, se necesita un peritaje judicial con expertos).
La industria del producto falsificado afecta a un amplio abanico de mercancías. Desde productos de alta gama como relojes, perfumes y artículos de piel hasta bienes de equipos y de consumo como cosméticos y comida.
“En algunos casos, los productos falsos son de muy baja calidad, lo que representa una amenaza para la salud y la seguridad”, advierte el estudio.
Es lo que ocurre con juguetes que no cumplen la normativa, o productos alimentarios sin garantía. Los más perjudicados son las economías más avanzadas, como Estados Unidos (líderes en tecnología), Italia (que destaca en diseño y la industria alimentaria), Francia (por sus productos de alta gama) y Suiza (relojes).
China es el país que produce más copias ilegales. Pero los expertos de la OCDE y de la
Euipo advierten que cualquier economía emergente de renta media puede desempeñar un papel importante en las falsificaciones porque sólo se necesita un mínimo de infraestructura, capacidad productiva y una legislación deficiente en propiedad intelectual.
El viaje de las mercancías falsificadas es largo y complejo. Pero el estudio ha identificado algunos hubs, o puntos de tránsito intermedios, como Hong Kong y Singapur. Países como Afganistán o Siria también entran en esta ruta por su debilidad política y legal.
Otra de las tendencias recientes es la laxitud de controles en el comercio electrónico. Dos de cada tres incautaciones son en entregas por correo ordinario.
En estos casos, el impacto económico de las falsificaciones llega a ser de gran magnitud.
“Si un cliente tiene una mala experiencia en una compra on line, es complicado que vuelva a la plataforma al haber perdido la confianza”, lamentan fuentes del sector. Las marcas más copiadas son Nike, Ray-Ban, Louis Vuitton y Rolex. Algunos consumidores pueden adquirir bienes falsos creyendo que son auténticos.