Diógenes

Diógenes

Luis Schecker era funcionario del Banco Central cuando el Presidente Juan Bosch le propuso ser Gobernador de ese banco. Como no era político y el cargo lo era, declinó, sugiriéndole que nombrase a un técnico del banco quien había manejado con suma pulcritud los controles cambiarios de finales de la dictadura de Trujillo: Diógenes Fernández.
Puertoplateño, de origen humilde, apenas había tomado un curso de estadísticas organizado por la OEA en el país. Fue Gobernador durante 14 años, sirviendo a cuatro gobiernos. No solo logró promover el crecimiento económico con estabilidad de precios, sino que introdujo planes y políticas, algunos no ortodoxos para un Banco Central de la época, que tuvieron mucho impacto. Envió los mejores técnicos a estudiar economía en prestigiosas universidades extranjeras, tanto así que desde finales de los años sesenta el Banco Central devino en la única institución financiera estatal con buenos técnicos, algunos de los cuales “prestaba” al Secretariado Técnico y a la Secretaría de Finanzas, lo que ayudó a una mejor coordinación entre la política monetaria y fiscal.
Estableció un encaje legal selectivo que aumentó la proporción de la cartera de los bancos que iba a la industria y a la agricultura, cuando antes se concentraba casi exclusivamente en el comercio. Estableció el FIDE, una fuente de financiamiento blando y a largo plazo en moneda local para la industria de sustitución de importaciones, que se nutrió con fondos internacionales y que ayudó a crear una nueva clase empresarial criolla.
Yo era su Asesor Económico y en un viaje a México me enteré que el Banco de México estaba por recibir un préstamo del Banco Mundial con cuyos recursos compraría una vasta extensión de playas en una zona poco habitada: Cancún. El plan era lotificar el área y vender las propiedades y con los beneficios repagar el préstamo. Cuando le sugerí a Diógenes hacer lo mismo acogió con entusiasmo la idea más cuando, poco después, técnicos extranjeros plantearon que la tierra a ser comprada fuera en la zona de Puerto Plata, donde nació. Fue el principio de INFRATUR, la construcción del aeropuerto Gregorio Luperón, el desarrollo de Playa Dorada y Playa Grande, en un momento en que el sector privado dominicano no creía en turismo.
Otra acción no ortodoxa fue concentrar en el Banco Central, ante la ausencia de expertos en otros departamentos, las negociaciones con la Falconbridge, la mina de oro de la Rosario y la Refinería de Petróleo.
Tuvo que mantener los controles cambiarios y las restricciones para evitar una devaluación, en un momento en que la Constitución misma establecía que un peso dominicano equivalía a un dólar y cuando Balaguer no estaba por modificarla. Su principal dilema con Balaguer fue el decreto creando los “dólares propios”, al cual se opuso, al promover un mercado paralelo, que cuando salió del Banco en 1976 ya tenía una “prima” de RD$1.18 por dólar.
Durante la guerra civil de 1965 el Banco quedó en la zona controlada por el gobierno de Imbert, pero se logró que no se emitiese dinero inorgánico para ese gobierno, lo que ayudó a que este pronto claudicara, al no tener con qué pagar a los soldados. Dada su “veteranía” entre los otros gobernadores latinoamericanos, logró que el país fuese sede de varias reuniones internacionales importantes. Bajo su Gobernación se publicaron los primeros estudios sobre las alternativas de integración económica del país y se adoptó la nomenclatura arancelaria de Bruselas, sustituyendo la obsoleta impuesta durante la ocupación militar norteamericana de 1916. Igualmente logró que se pasara una ley de “drawback” para estimular las exportaciones industriales.
Heredó una institución muy débil en cuanto a empleados y los promovió. Decía: “La mejor reserva monetaria son nuestros recursos humanos”. Estableció en 1966 un Fondo de Jubilaciones y Pensiones bajo el cual solo se podía optar por un préstamo inmobiliario después de haber laborado durante cinco años en la institución. Dicho Fondo invirtió en un Club de los Empleados. Todo esto ha estimulado que estos opten por no irse a trabajar a otra institución.
Promovió la industrialización vía sustitución de importaciones, concepto vigente en toda América Latina en esa época, así como la minería y el turismo.
Y, honrando su nombre, fue honesto.

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