Discurso y males de gran tamaño

Discurso y males de gran tamaño

Con intención abarcadora sobre su gestión, el presidente Danilo Medina expuso ayer ante las cámaras legislativas un balance favorable desde su punto de vista sobre montos de recursos en aplicación y medidas para cubrir necesidades de los gobernados y superar fallas estructurales necesarias para dinamizar suficientemente la economía en un país en el que es imposible ocultar la gravedad de problemas que pesan como deuda social prolongada. La forma en que ha faltado extensión y calidad a la asistencia en salud, renglón que no recibe todavía el índice de inversiones públicas que corresponde y que otros estados similares cumplen, derivó en consecuencias muy negativas mientras se esperaba que el retardado y tortuoso programa de rehabilitación de hospitales diera frutos todavía insuficientes. El énfasis que en esa materia el primer mandatario puso en su discurso, dificíl de cubrir por completo en un obligado examen, debería suponer que al fin se transita con mejor planificación hacia soluciones largamente esperadas y que razonablemente deben incluir conquistas mayores en el campo de la Seguridad Social con reformas básicas muy demandadas que estarían en curso y consensuadas.
Mucho necesita esta sociedad que la atención que el Jefe del Estado dirige hacia metas de bienestar con el grueso de inversiones, gastos y nuevas políticas resulte en la práctica un eficiente enfrentamiento a males lacerantes. Los índices de mortalidad materna e infantil hablan mal de quienes han estado gobernando en últimos decenios. La proporción de jóvenes y mujeres afectados por el desempleo y la desigualdad no es desconocida para nadie. La informalidad no ha dejado de crecer en la economía y la debilidad generalizada del poder adquisitivo no ha cambiado mucho en 25 años. Tampoco el desempleo, lo que explica que un porcentaje elevado, y más alto aún cuando se trata de jóvenes, aspira a irse del país.
La numerosa construcción de escuelas, y los esfuerzos por mejorar la calidad docente, no permiten todavía reconocer los éxitos que debe alcanzar el sistema educativo para una mejor preparación de estudiantes. Es difícil aceptar que se haya avanzado notablemente en llevar seguridad a los ciudadanos como indican estadísticas seguramente incompletas. El temor a la delincuencia permanece entre las principales preocupaciones de la poblacion. Por igual la falta de transparencia y de efectiva detección y castigo de la corrupción siguen pareciendo una materia pendiente. Lo hecho no ha bastado.

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