En 1975 Alemán concluía que “claramente el problema del empleo es el mayor de la economía y el menos serio es el crecimiento del PIB”. República Dominicana crece de manera envidiable, y tiene construcciones, exportaciones y sembradíos para demostrarlo. El nivel de vida promedio es palpablemente superior que cuatro décadas atrás.
Sin embargo, el tema del empleo permanece cuasi-estancado. Estudios de la PUCMM indican que los nuevos empleos apenas absorben el crecimiento de la mano de obra.
Efectivamente, entre 2000-2016 el porcentaje de los ocupados sobre la población en edad de trabajo sólo aumenta de 46.6% a 50.7%. Para tener una idea de la magnitud del caso, la población en edad de trabajo creció en 2.35 millones de personas; de estos el 61.4%, o 1.44 millones de personas, fueron nuevos ocupados, el 8.4% continúa buscando trabajo y 30.2% se volvió inactivo, una masa adicional de 709,000 personas. Aunque son muchos los nuevos empleados, los 3.6 millones de inactivos en 2016 superaban los 2.9 millones de ocupados en 2000. Esta sobre oferta, aunada al bajo nivel educacional promedio, redunda en un salario real que apenas crece no obstante los implícitos aumentos de productividad.
Pero el nivel educacional viene aumentando, vertiginosamente en algunos casos. Abundan maestrías y posgrados, sin embargo, el regreso no garantiza reinserción al nivel de tales conocimientos y la re-emigración de personal calificado es frecuente. Más, es una aspiración, ya no exclusiva al personal de poca calificación. El país presenta pues una dicotomía en la exportación de su capital humano.
En los años setenta Alemán planteaba que la función objetiva debía ponderar qué bienes es conveniente producir, y por tanto, qué inversiones debían ser promovidas. También clarificó que “el empleo no solo es necesario para obtener ingresos ganados, central en una economía de mercado, también debía ser fuente de orgullo y satisfacción por un producto o servicio realizado que en cierto sentido real reproducen la personalidad del trabajador”.
Para 2007 veía evidente que el libre comercio provocaría desempleo, incluso en países desarrollados a medidas que los empleos buscaban asiento en lugares con capacitación y menores costos. Bien señaló que “en un mundo globalizado el empleo dependería cada vez más de la calidad de los productos … Competir sobre la ventaja de bajos costos sin dar prioridad a la calidad es diagnóstico de muerte anunciada en el futuro. La recta para el éxito se llaman educación en calidad y seriedad institucional”.
Hemos logrado con bastante éxito atraer empresas que utilizan no solo nuestra mano de obra de bajo costo y amplia sonrisa sino también nuestras capacidades técnicas y gerenciales. Pero ante la situación de estar exportando cerebros de alta calificación, Alemán estaría persuadido de la necesidad de promover inversiones orientadas tanto hacia cuáles bienes y servicios producir, como hacia cuáles bienes y servicios insumir en producción.
La dicotomía de exportación de cerebros de baja y alta calificación requerirá una solución doblemente sofisticada a la inversión para empleos.