Dos celebraciones nacionales emblemáticas

Dos celebraciones nacionales emblemáticas

Hoy y mañana los dominicanos estaremos sumergidos en dos fechas muy emblemáticas para nuestros sentimientos, ya que estamos en la víspera del Día de las Madres, y hoy, con un aniversario mas de la epopeya inmortal de arrancar del mundo de los vivos al sátrapa, que por tantos años, nos domesticó a su conveniencia, coartando las libertades más elementales del ser humano.

Hace 54 años que un grupo de arriesgados e imprudentes dominicanos decidieron terminar con la vida del tirano que desde 1930 dominaba la vida de la nación, modelando una implacable dictadura con poco margen para que las libertades florecieran.

Fueron imprudentes los valientes dominicanos que, aguijoneados por los resentimientos y movimientos de liberación que buscaban sacudir a los países de sus dictaduras como ya había ocurrido en Venezuela, Colombia y Cuba, pensaron que con ilusión e idealismos se podía poner fin a un sistema dictatorial que todavía, desde esa fecha, permanece incólume atrayendo a las nuevas generaciones que sin tener un tirano que los pisotee, han laborado en el acontecer político con todas sus malas mañas para hacer la vida dominicana, al servicio del Estado, cada vez más corrupta.

Llevados de su pasión antitrujillista, los héroes del 30 de mayo, se lanzaron a una odisea con el objetivo de descabezar la dictadura, apoyados en una débil estructura organizativa cívica y política que se le derrumbó casi al instante que otros complotados vieran el cadáver de Trujillo en el baúl del carro de uno de ellos. Desde ese momento, la cacería mortal en contra de los participantes y conocedores del movimiento fue brutal. Los persiguieron con saña hasta que el 19 de noviembre de 1961, los restantes participantes que estaban detenidos fueron masacrados en la playa de la hacienda María.

En esta ocasión, lo justo es recordar la acción de valentía de quienes sabiendo a lo que se enfrentaban, protagonizaron una hazaña que la cosecha de sus sacrificios la han obtenido las siguientes generaciones de políticos degradados moralmente, que han envilecido una buena parte de la sociedad perdiendo sus valores morales, en donde el objetivo es procurarse los medios para disfrutar de la vida. Así se ha ido al traste la función pública. La valerosa acción que ha pasado a los anales del heroísmo ha quedado arropada por la vergonzosa ambición de los políticos que se olvidaron del vientre de donde salieron y los pechos que los amamantaron y le proporcionaron las primeras enseñanzas.

Por eso, mañana los dominicanos recordaremos de las mas diversas maneras a una mujer en especial, que al momento de concebir no tenía en mente qué criatura nacería, pero al verla abrir sus ojos a la vida, nació en su corazón el amor que sostendría a ese pedazo de su alma, que indefensa llegaba al mundo y sería para ella un fruto de alegría o de tristeza, pero consciente que podría disfrutar de sus primeros años de la inocencia simple, modelándose a imagen y semejanza del hogar materno.

Los valores familiares en los países subdesarrollados se sostuvieron sin muchos cambios con el amor hacia las madres hasta los finales de la guerra de Vietnam, pero en los Estados Unidos las condiciones variaron desde la II Guerra Mundial con una sociedad más abierta y una sociedad libre que dejaban a los hijos muy mal parados sin el tutelaje de los padres. La pérdida de la importancia de la madre en la educación en los países latinoamericanos inicia su declive con la llegada de la década del 70 del siglo pasado. Hoy el mundo lamenta que ya la importancia que tenía la madre en la educación y formación de los hijos se ha desvanecido con el aumento de los hogares destruidos, incremento de la delincuencia y los países encaramados en la cresta del buen vivir y del uso conspicuo de los lujos que aporta un dinero que la mayoría de las veces es producto del narcotráfico.

De todas maneras, para las madres que todavía perseveran en los valores forjadores de verdaderos hombres y mujeres para la Patria, un abrazo de corazón por sus esfuerzos y desvelos, recordando con devoción a las madres que ya partieron para el encuentro con el Padre y dejaron sus huellas de una buena formación en sus hijos

 

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