ECONOMÍA Y EDUCACIÓN

<P>ECONOMÍA Y EDUCACIÓN</P>

La antinomia del acuerdo

De hecho, existe contradicción, la antinomia sume la isla en la duda de Hamlet. ¿Quién nos ha dicho que el patrimonio, los recursos disponibles del pueblo dominicano, es objeto de gasto público?

No me cabe alguna duda, el acuerdo será memorable, un triunfo de corte político, no así económico. Hubiera preferido la participación en activos, con menos incursión en la partida de beneficios.

Está posición es simple, un argumento incuestionablemente económico, de fácil acceso al entendimiento cuando se trata de explicar. Pues bien, opto por el desarrollo, que requiere de tecnología como condición sine qua non, un nuevo modelo económico, el del dominicano productor, el modelo incontrovertible del industrial isleño, en franca antinomia de la fiebre de consumismo que derivarán los fondos frescos en cuestión, en parte dirigido a sostener y, por ende, a incentivar en forma de ayuda social, la figura nefasta del pobre dependiente.

La explotación del patrimonio nacional se sintetiza en la condición propincua de una sociedad de inversión, colectivo entre inversionistas foráneos y el pueblo representado por la regencia pública.

Chaing Kai Shek, el disidente chino que emigró a la isla de Formosa, el creador de la Taiwán progresista, conformó lo que es hoy en día una referencia económica obligada a estudiar, a menos que incurramos en repetir errores históricos.

Predomina entre nosotros los isleños el laissez-faire el modelo económico consumista por antonomasia, cultura subordinada a los que sí producen en el resto del mundo, en alusión  a las naciones industrializadas, sean pequeñas o grandes, que no lo fueron en algún momento histórico de su evolución económica. Nuestro oro justifica con creces una negociación de activos. Es cuestión de sentido común traducido en política económica de tratamiento a la inversión.

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