Ecuador: Prebendas, manipulación y censura

Ecuador: Prebendas, manipulación y censura

Insinúa García Marquez en su novela “El General en su laberinto” que Bolívar, dentro de sus “crisis de demencias” provocadas por sus enfermedades y frustraciones, confundía las demandas salariales de sus húsares y granaderos, y sus temores de ser abandonados a su suerte ante la pérdida de poder del libertador, con traiciones y deslealtades a sus personas.

Al parecer esa especie de confusión un tanto paranoica ha sido transmitida a sucesivas generaciones de gobernantes desde aquella gesta libertaria hasta la fecha, teniendo su más reciente expresión en los recientes sucesos observados en Ecuador, donde su presidente se empeña en hacer creer a la comunidad internacional que el burdo reclamo de canonjías y privilegios de un regimiento policial  quiteño constituía una intentona golpista para alterar  lo que sus gobernantes consideran un proceso revolucionario cuya autenticidad y sostenibilidad la pone en tela de juicio el propio carácter populista del Gobierno y el perfil  de su gobernante.

Lo que arriesgó la sostenibilidad del proceso social y político que vive el Ecuador no fue la burda demanda de prebendas policiales sino la exposición innecesaria y desproporcionada de sus conductores en reacción ante quienes actuaron guiados por intereses particulares, distantes del interés común de una nación.

La exposición innecesaria  y desproporcionada del gobernante ecuatoriano, de  presentarse  a “dialogar” con policías alzados en desobediencia a una disposición civil a la que tenían que someterse, constituyó una imprudencia degradante del respeto que se merece la autoridad legal y legítimamente investida.

Entre otras razones porque los más llamados a hacer valer la autoridad que se ostenta  son quienes las ostentan para insuflar a los gobernados a respetarla.

Mucho más en el caso en que menos cuando sus detentadores se encontraban tan apertrechados no solamente con sus armamentos reglamentarios sino con neumáticos y combustibles como si fueran turbas exigiendo con violencia lo que no pueden reclamar con argumentos.

El hecho de estar afectado por una reciente cirugía sitúa éste comportamiento comparable con personajes de la ficción con lo que se puede retozar con la ira y paranoia expresable en el lenguaje corporal.

Pero ni Tarzán fue capaz de entrar en las cuevas de las fieras y el Chapulín colorado nunca dejó de contar con su astucia. Con tal proceder, el mandatario ecuatoriano irrespetó la investidura que ostenta y con ello la autoridad que de ésta investidura se deriva.

Y al degradar su investidura y la autoridad, reglas dominadas por la  arbitrariedad comenzaron a imponerse entre todas las partes envueltas: De una, su reclusión hospitalaria, y de la otra, la censura a los medios de comunicación en momentos que el tema está en la agenda internacional. 

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