EDITORIALES

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Denuncias que provienen de dos fuentes distintas, permitirían deducir a cualquier mediano observador que es grave la entronización de la corrupción en el Aeropuerto Internacional de Las Américas.

Por un lado, Carlos Cota Lama, delegado del Gobierno en ese aeropuerto, define como «asqueante» la frecuencia con que personas que definió como militares vestidos de civil extorsionan a pasajeros, exigiéndoles dinero por supuestas «facilidades» brindadas para que puedan retirar sus mercancías de las aduanas.

Según esta denuncia, los autores de estas extorsiones alegan ante sus víctimas que tienen que «repartir» con sus superiores el fruto de su delito.

La otra fuente de denuncia son pasajeros que dicen haber sido víctimas de sustracciones de pertenencias, violación de equipajes y hasta pérdidas de los mismos.

En este caso puede ser atendible la afirmación de la firma Aeropuertos Dominicanos, en el sentido de que muchos equipajes llegan abiertos o rotos desde el exterior, sobre todo cuando equipaje y propietario han llegado en vuelos distintos al aeropuerto. Desde luego, eso no elimina del todo la posibilidad de que en el AILA se estén cometiendo actos de esta naturaleza, aún cuando denuncias similares se producen cada año en el período navideño.

Nos parece que es necesario, de todos modos, mejorar la vigilancia y los controles de seguridad en Las Américas y cualquier otro aeropuerto local en el que estén sucediendo cosas similares.

[b]-II-[/b]

No se explica que en momentos en que el Gobierno da a los dominicanos residentes en el exterior facilidades para ingresar mercancías exoneradas de impuestos aduanales, se produzcan actos de extorsión basados precisamente en supuestas «ayudas» para la obtención de equipajes.

A los viajeros hay que orientarlos sobre las facilidades aduanales que les son concedidas para esta época todos los años. Una buena forma es difundir periódicamente a través de altoparlantes mensajes en los cuales se les explique cómo deben hacer las cosas y se les instruya para no entregar dinero o dádivas a personas que se las exijan como paga por «facilitarles» trámites.

Inclusive, se creía que esta práctica deprimente había sido superada en nuestros aeropuertos, pero lamentablemente no es así. Parece que su vigencia tiene que ver con una especie de cultura cuya meta es obtener prebendas a como de lugar. Alguien con suficiente competencia deberá meterse de lleno en estos asuntos y ponerles fin de una manera ejemplarizadora, moralizadora.

Para luchar realmente contra la corrupción hay que eliminar sus focos en la medida en que ellos sean descubiertos o puestos en evidencia por las autorides. La buena supervisión es aún mejor, pues ella permite prevenir estos delitos mediante controles que eliminen la posibilidad de ejercer prácticas pecaminosas, en este caso contra pasajeros.

[b]¿Qué pasó?[/b]

La seguridad de la Fiscalía de la provincia Santo Domingo fue puesta en riesgo ayer por una cadena de incidentes que ameritan ser esclarecidos de manera convincente.

Lo primero es que un civil de origen extranjero logra ingresar a esas instalaciones armado, agresivo. Quienes logran someterlo a la obediencia cometen la torpeza de encerrarlo en una cárcel sin previamente registrarlo y desarmarlo.

Ya en la celda, el hombre, pistola en mano, toma en rehenes a 62 presos, que terminan dominándolo. Hay la versión de que este hombre murió cuando ya había sido sometido a la obediencia y estaba en manos de la Policía. Todo esto hay que esclarecerlo y establecer responsabilidades.

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