Educación: algo más que aulas

Educación: algo más que aulas

Desde 2013, el Estado ha invertido en educación un 4% del PIB. Esto ha permitido, en primera fase, hacerle frente al déficit de aulas que influía decididamente en la cobertura de la enseñanza. Pero a coro con la necesidad de mejor formación de docentes y una actualización curricular, gravita la realidad del alto índice de deserción escolar en el nivel medio y la escasa oportunidad de empleo entre los estudiantes que logran completar el bachillerato.

Cifras expuestas por EDUCA durante el décimo octavo “Congreso Internacional de Educación Aprendo 2014”, indican que el 50% de los jóvenes no termina la educación media. A esto se agrega que para las empresas es poco atractivo emplear jóvenes que solo han terminado el bachillerato, porque aportan muy poco en comparación con los que apenas han superado la primaria.

Este punto débil necesita mucha atención de parte del Estado, pues representa uno de los obstáculos más graves para la inserción laboral de los jóvenes. El sector educativo tiene que estar mejor sintonizado con las necesidades de recursos humanos del mercado laboral, para diseñar una currícula escolar acorde con estas necesidades, que incluya grados de preparación técnica. En adición a la cobertura del déficit de aulas, es necesario reducir la deserción en el nivel medio y mejorar la competitividad laboral de los bachilleres.

UNA ACTITUD INCONSECUENTE

Es injusto que los transportistas de pasajeros y carga se resistan a reducir sus tarifas, ahora que los precios de los combustibles han declinado sustancialmente. Debido a que los hidrocarburos son el ingrediente que más influye en los costos operativos del transporte, su descenso representa un alivio del que también deberían beneficiarse los usuarios. Tanto en el monopolizado acarreo de carga como en el pésimo transporte de pasajeros, hay una actitud inflexible ante el pedido de rebaja.

Es insostenible el argumento de los gremios, de que no pueden abaratar sus tarifas porque se mantienen altos los precios de neumáticos, lubricantes y repuestos, productos que no son de consumo diario. Nadie pretende que los transportistas se perjudiquen, pero el abaratamiento de los carburantes les da margen suficiente para reducir los pasajes sin perjudicar la rentabilidad a que tienen derecho.

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