El agua es vida

El agua es vida

Hombres y mujeres del campo de la ciencia aseguran que el mundo viviente emergió de las entrañas del mar. En apoyo a dicha tesis se nos muestra al feto nadando dentro de un saco de líquido amniótico y al recién nacido con tres cuartas partes de su estructura física constituida por una base acuosa. En el delirio febril, durante la deshidratación por diarrea, o en el shock hemorrágico, la víctima clama desesperadamente por esa mágica molécula. Recogen las sagradas escrituras el episodio donde Cristo le pide a su primo Juan que lleve a cabo el rito sagrado del bautismo sumergiéndole en la corriente del río Jordán. Juan el evangelista escribe en el capítulo cuatro, versículo siete, lo siguiente: “Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de beber”. Ya en la cruz del calvario y en estado agonizante el nazareno exclamó: Tengo sed.

Nada más triste y desolador que contemplar el ganado en las temporadas de prolongada sequía. Peor todavía es el panorama desértico con la desaparición de ríos y foresta, sumado a la hambruna que acompaña a la ausencia de lluvia en las zonas agrícolas. Eso explica, en parte, el éxito de la bella y pegajosa composición musical de Juan Luis Guerra que tiene entre sus versos esta hermosura: “Ojalá que llueva café en el campo/ que caiga un aguacero de yuca y té/ del cielo una jarrita de queso blanco/ y al sur una montaña de berro y miel”. El poeta gauchesco Claudio Martínez Paiva, inspirado en la tragedia del pampero que ve morir a su hijo sin asistencia médica por falta de dinero, pone al niño a exclamar: ¡Me muero tata- me dijo,/ me muero mama- gritaba./ Tengo una sed de martirio,/ siento un fuego que me abrasa./ Tráigame cartas Tita,/ agua, agua, agua, mama;/ agua, agua, agua, tata”.

En la XV Conferencia de Directores del Agua compuesta por 22 naciones y celebrada recientemente en la ciudad de Panamá, se constató la presencia de una situación de crisis por la escasez del preciado líquido. Se estima que para el año 2030 una quinta parte de los países en vías de desarrollo carecerán de suficientes recursos hídricos aptos para el consumo de las personas. Crece exponencialmente la población urbana, en tanto que se reducen las fuentes acuíferas y se contaminan y salinizan lagunas y ríos. Sin agua potable disponible en abundancia la higiene personal y colectiva se vuelve un mito, mientras que se torna en amarga realidad el incremento de las denominadas enfermedades hídricas como son el cólera, la tifoidea y la shigelosis , entre otras. Una parte significativa de la morbilidad y mortalidad pediátrica tiene como origen la incapacidad de suministrar de manera continua y segura el sagrado líquido. Es deber del Estado garantizar el suministro continuo y adecuado de agua potable en cada hogar, al tiempo que es obligación de todos el uso racional y el ahorro de ese vital diluyente universal. Siempre tengamos en la mente el eslogan que reza: Sin agua potable no hay salud. El agua es fuente indispensable de vida; no desperdiciemos ni alteremos tan valioso tesoro cósmico vital.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas