El Alzheimer, hoy es su día

El Alzheimer, hoy es su día

Hoy se celebra a nivel mundial el “El Día del Alzheimer”, por esa razón deseo comentar un evento que sobre esta entidad demenciante, aconteció hace dos semanas. La sobresaliente doctora Daisy Acosta, psicogeriatra, y un servidor en su condición de neurólogo, dictamos sendas conferencias en la actividad científica “La modernidad sobre las demencias”, evento auspiciado por los Laboratorios Asofarma, el cual tuvo lugar en el restaurante Scherezade de esta capital, muy concurrida actividad dedicada a: psiquiatras, neurólogos y geriatras. Igual de nutrida y fraterna fue la audiencia que tuvimos la pasada semana en una conferencia que dicté en el restaurante Mosa, de Santiago de los Caballeros, sobre las demencias y el tratamiento con los parches de Exelón, de la que luego “conversaremos”. Una magistral moderación realizó el también neurólogo, el primo, Dr. José Silié Ramírez.

Comentamos a la luz de las modernas investigaciones, cómo esta enfermedad altera las neuronas hasta hacernos perder la memoria y convertir al rosado y robusto cerebro en una atrofiada masa esponjosa, similar al exquisito queso gruyere. La Dra. Daisy Acosta presentó los más modernos esquemas de tratamiento y enfatizó sobre el uso temprano de la memantina (Eutebrol) en razón de que a más precoz manejo farmacológico se obtienen mejores beneficios, esto está demostrado científicamente.

Ella tiene toda la razón, pues cuando el paciente da síntomas de importancia en esta enfermedad, ya el proceso de erosión neuronal en ese cerebro tiene muchos años de iniciado. La historia de la enfermedad comienza en el 1901, cuando el neurólogo alemán, el Dr. Alois Alzheimer, recibió en el Hospital de Enfermos Mentales y Epilépticos de la ciudad de Fráncfort, Alemania, a la paciente Augusta Demond, de sólo 51 años, por conductas bizarras y celopatías, al cual ingresó vociferando por los pasillos del hospital. “Veía” alucinaciones, sobre las no reales infidelidades de su marido. Esto no quiere decir que todas las damas celosas se estén demenciando, no, jamás podría yo insinuar cosa parecida.

La paciente continuó deteriorándose y murió en el 1906, en la oportunidad la conducta tan anómala de la enferma llevó al joven médico muy observador a señalar en su historia clínica que “tenía unos sellos distintivos de perplejidad”. Al examinar mediante el microscopio el cerebro de la demenciada, describió alteraciones en las neuronas cerebrales que él no había visto antes. Muy sabiamente las dibujó señalando que: “había en el atrófico cerebro un haz enmarañado de fibras, acompañadas de un producto patológico”, por igual describió que las arterias cerebrales estaban endurecidas, en la época se hablaba de -aterosclerosis cerebral-. Lo que hizo este neurólogo alemán, en esa paciente, fue describir los hallazgos que hoy conocemos como las placas seniles o neuríticas y los ovillos neurofibrilares. Ya sabemos por qué se le llama “el alemán” a esos temidos olvidos frecuentes.

El Alzheimer es la más frecuente de las demencias, con costos anuales de 600 billones de dólares, afligiendo a más de 20 millones de personas en el mundo, para el 2050 habrá 30 millones de afectados. Se calcula que a partir de los 65 años su frecuencia se duplica cada cinco años, hasta afectar el 30% de los mayores de 85 años. Cifras que aumentarán al paso de los años, por el lógico acrecentamiento en edad de la población. Se pueden agrupar los daños en tres esferas: la cognitiva, la conductual y la funcional. Para que se hagan patentes las alteraciones de memoria debe haber daño en un área del cerebro que se llama hipocampo, situada en la profundidad de ese “coliflor” que rige toda acción humana. Al avanzar la enfermedad, aumentan los daños corticales, lo que compromete la capacidad de realizar tareas sencillas y se empiezan a notar cambios en la personalidad. Puede haber arrebatos emocionales, con conductas bizarras y perturbadoras, que se hacen cada vez más frecuentes ante el avance de los daños en el cerebro. Ratificamos que a más temprano manejo medicamentoso, en ese paciente que se “desmemoria”, mejor serán los resultados. ¡No esperemos el triste y doloroso declive!

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