El amigo Damián

El amigo Damián

(Pensando en María, su esposa, sus hijos y quienes más cerca estaban de Damián)
Durante mi última corta visita a Santo Domingo, a Bruni y a mí se nos descompuso la vieja nevera. ¿Qué hacer? Solo visitamos el país y no disponemos de los contactos de antaño. Llamé a Damián Jiménez, mi amigo y compañero de casi medio siglo. Y, naturalmente, Damián nos consiguió al técnico que resolvió el problema. Dos años antes de eso, a raíz del fallecimiento de mi padre, hubo que preparar de emergencia los recordatorios y, naturalmente, ¿en quién pensé? En Damián.
No es que su oficio en la vida fuera resolver problemas ajenos. Tenía los propios y, sobre todo, una familia, de la que tenía que ocuparse, especialmente porque incluía nietos y, como sabemos los abuelos, los nietos ocupan un espacio de tiempo importante, aunque proporcionan una alegría de vida constante.
Eso nos lleva a la primera constante de este breve homenaje: Ido a destiempo. No sé cuál era la edad de Damián, solo que era más joven que yo, pero, como se sabe, hay personas que, en vida, son más importantes que otras. No es la importancia del político o del empresario o del artista famoso. Es la importancia del amigo, del que siempre, repito, siempre está a la altura de la amistad. De manera que sí, Damián se fue muy a destiempo.
Luego tenemos la segunda constante: De quienes se van, nunca se habla mal, lo que en general es cierto. No es de buen tono denostar a quienes ya no están. Pero honestamente, con frecuencia la gente no lo hace para no malquistarse con el más allá, y por respeto a los dolientes. Mucho me complace poder recordar al amigo Damián, sin tener que hacerlo por compromiso. Simplemente por amistad.

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