El aniversario del Pentecostés

El aniversario del Pentecostés

LEONOR ASILIS
«Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad…. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. … En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes.

Pero si me voy se lo mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo…. Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total». Estas palabras dichas por Jesús y tomadas del Evangelio de San Juan nos muestran cuan importante es la tercera persona de la Santisima Trinidad. Y es que el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación. La fiesta de Pentecostés que hoy celebramos, tiene su origen en aquel glorioso día, cincuenta días después de la resurrección del Señor, el Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles aun llenos de miedo por los acontecimientos sucedidos y la persecución contra ellos, les infunde  sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido y  para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. (Jn 14.15) Un dato que debemos importantizar es que Maria, madre de jesús y madre nuestra, estaba ahí: orando con ellos. Su intercesión también es evidente en este día crucial para la Iglesia. Se puede afirmar que los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad ya que son parte de un solo y único misterio.

Sin embargo, es precisamente en Pentecostés cuando la Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, y se confirma con la venida del Espíritu Santo. En este momento los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron llamados por Jesús y para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.

En otras palabras, la  Fiesta de Pentecostés es como el aniversario  de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.

Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace mas de dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña y primera comunidad ahora extendida alrededor del mundo; sobre quienes impera en la conciencia su corresponsabilidad de seguir extendiendo su Reino de entre los hombres.

Pidámosle al Espíritu Santo que nos renueve  y  fortalezca con sus dones en este maravilloso día:

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido, luz que penetras las almas, fuente de mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego; gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo. Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN.

Leonor.asilis@codetel.net.do.

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