El arma más potente del mundo: las redes sociales

El arma más potente del mundo: las redes sociales

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Ayer se efectuaron las elecciones más importantes de este siglo en Estados Unidos. Debido a la complejidad, y su extraordinaria importancia, esperaremos hasta la próxima semana para entregarles un trabajo a fondo sobre sus efectos.
En nuestra primera entrega vimos cómo las redes sociales trajeron grandes beneficios y modificaron totalmente la manera en que se relacionan las personas y las instituciones en el mundo. En esta entrega, veremos algunos de los puntos negativos a considerar con respecto al uso continuo de estas plataformas.
La revista TIME recientemente publicó un artículo donde plantea que la personalidad del internet se ha transformado, pasando de los beneficios de la libre circulación de la información a lo que los psicólogos llaman efectos de la desinhibición. En este sentido, el internet y las redes sociales pueden ayudar a resolver algunos problemas, pero también pueden ser un arma letal para otros.
Podemos empezar con el desvanecimiento de los límites éticos. La línea entre la vida privada y la pública se ha borrado completamente. Es un reto, especialmente para los padres, porque es una batalla cuesta arriba tener control de lo que publican sus hijos en las redes sociales y las grandes cantidades de información a la que pueden acceder en cualquier momento. La revista TIME en su artículo: “La paternidad es ahora oficialmente imposible” argumenta que los niños están buscando poder y lo han encontrado en las redes sociales, cuando aún no entienden las consecuencias de sus acciones.
La información que se publica en estas plataformas queda ahí para siempre y podría ser utilizada para difamaciones, acosos cibernéticos y extorsiones.
Esta mina de información es una ventaja para potenciales hackers. Estamos expuestos a que nuestra información pueda ser utilizada en detrimento de nuestro bienestar. Estos datos pueden ser vendidos a instituciones que pueden manejarnos a conveniencia de grupos.
De acuerdo con el Financial Times, recientemente, la compañía Yahoo fue víctima de un crimen cibernético. Un hacker logró acceder a la plataforma y robó información de más de 500 millones de cuentas que contenían datos privados como teléfonos, direcciones y otras. Esta ha sido la violación de datos más grandes en la historia. De acuerdo con el Pew Research Center, el 33% de los adultos americanos hacen esfuerzos por evadir hackers o criminales. El 65% dijo que es muy importante controlar la información que se recolecta y el 91% expresó que han perdido el control de cómo las instituciones y empresas recolectan y utilizan su información personal.
Aun cuando uno de los propósitos de las redes es mejorar la comunicación, se han vuelto en una especie de frontera entre familias que impiden compartir tiempo de calidad entre ellos mismos. Otro punto es el uso de las redes en horarios no convenientes como durante clases o trabajo. Según el estudio publicado también por el Pew Research Center denominado: “Redes Sociales y el Trabajo”, aproximadamente un 34% de americanos utiliza las redes sociales mientras están en el trabajo para tomar descansos mentales. Asimismo explica que el 20% las utiliza para buscar información que les permita resolver problemas en el trabajo y el 56% de los encuestados están de acuerdo en que las redes constituyen también una distracción.
Evidentemente, las redes sociales constituyen herramientas sumamente poderosas y pueden tener tanto efectos positivos como negativos. Dependerá de nosotros sacar provecho de los beneficios y protegernos de los peligros en este mundo cada vez más cambiante.
No poseemos palabras adecuadas para describir la profundidad y ferocidad de los efectos de las redes sociales a cinco o diez años, por eso acudimos a las impactantes palabras de Dickens en Historia de las dos ciudades:
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y un invierno de incertidumbre”.
Investigadora asociada: Julissa Lluberes.

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